Monición de entrada:
Queridos hermanos en Cristo: empezamos hoy la Semana Santa, esta es una semana solemne en la que queremos vivir con Cristo, su Pasión, Muerte y Resurrección. Hoy recordamos la entrada victoriosa de Cristo en Jerusalén para consumar su misterio Pascual. También leemos la Pasión en donde Cristo, el Siervo, cumple su misión de Servidor, entregando su vida al servicio de todos nosotros. Hoy acompañaremos al Señor, que misteriosamente está presente con nosotros; con las palmas en las manos, con cantos en nuestra boca y una gran alegría en el corazón, recibamos al Mesías pobre y humilde como nuestro Rey y nuestro Salvador.
Primera lectura: Is 50, 4-7 (El siervo paciente del Señor)
El profeta Isaías nos hablará del siervo que se entrega al servicio de todos nosotros. Cristo es el siervo fiel que sufrió para salvarnos. En la lectura se menciona: “El Señor me ha abierto el oído”. Pidamos que Dios nos abra el corazón para recibir el mensaje que Dios quiere comunicarnos en esta primera lectura.
Segunda lectura: Fil 2, 6-11 (Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo exaltó)
El apóstol Pablo nos invita a seguir a Jesús en su Pasión, humillado y despreciado por la gente, le veremos exaltado a la derecha el Padre. Nosotros también debemos humillarnos con Él para que podamos participar en su gloria. Escuchemos.
Tercera lectura: Mc 14, 1-15, 47 (Pasión de nuestro Señor)
En la pasión según san Marcos que es la que se lee en este ciclo litúrgico, vemos que Cristo como el Siervo obediente murió y triunfó sobre los poderes de las tinieblas. Por sus humillaciones y sufrimientos Cristo fue exaltado. Por su muerte tenemos vida. Hermanos, pongamos atención y escuchemos con reverencia este gran mensaje de amor.
Oración universal
A cada invocación ustedes respondan por favor:
“Por la Pasión de tu Hijo, escúchanos, Señor”.
1. Por la Santa Iglesia: para que viviendo en la fe el misterio de la Pasión, recoja del árbol de la cruz el fruto de la esperanza. Roguemos al Señor.
2. Por todos aquellos que no creen: para que como el centurión al pie de la cruz , vean en la muerte redentora de Cristo el signo incontrastable de la gloria divina. Roguemos al Señor.
3. Por los inocentes y perseguidos, y por los que se escandalizan a causa de las injusticias: para que no decaiga su certeza pascual de la victoria del bien sobre el mal. Roguemos al Señor.
4. Por los agonizantes: para que sientan junto a ellos la presencia del siervo obediente que, muriendo en la cruz, confió su espíritu a las manos del Padre. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros: para que aprendamos en la escuela del Señor a vivir cada día en plena adhesión a la voluntad divina y a compartir la enfermedad y el sufrimiento del prójimo. Roguemos al Señor.
6. Por los países en guerra y en conflictos internos: para que reina la paz y la concordia. Roguemos al Señor.
Exhortación final
Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 264
Bendito seas, Padre, porque, llegada su hora, Cristo fue el grano de trigo que, al morir, da fruto abundante.
El sol que agoniza en la tarde y resucita en el alba.
El ramo de olivo que supera el invierno inclemente.
La luz que vence la sombra, y el amor que derrota el odio.
Créanos, Señor, un corazón nuevo para una alianza nueva.
Y renuévanos por dentro con la fuerza de tu Espíritu Santo.
Para que, convertidos en hijos de la luz, en hijos tuyos.
Vivamos tu ley de amor con un talante alegre y renovado.
Así podrán los demás ver el rostro de Cristo reflejado.
En nosotros, y glorificar por siempre tu nombre de Padre. Amén
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