Curación de un leproso - Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: - Si quieres, puedes limpiarme. Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: - Quiero: queda limpio. La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. El lo despidió, encargándole severamente: - No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés. Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes poderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a é de todas partes.
Explicación
La actividad de Jesús, dedicado de lleno a hacer bien, hizo que muchas personas oyeran hablar de él y se le acercaran. Así ocurrió con este enfermo de lepra que vino a Jesús y le pidió ayuda. Una vez sanado, aquél hombre se sintió como nuevo y comenzó una vida nueva de trato y relación con los demás, porque no sé si sabes que los enfermos de lepra eran separados de la sociedad y condenados a vivir aislados. Qué triste ¿no?
Dibujo realizado por: Fr. Félix Hernández Mariano ( descargar la imagen )
Evangelio dialogado
Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.
NARRADOR: Hoy os vamos a relatar una historia de Jesús. De cómo Jesús curó a un leproso.
NIÑO 1: ¿La lepra era una enfermedad muy mala?
NARRADOR: ¡Claro! Todos tenían miedo de contagiarse y dejaban a los leprosos lejos de su familia y solos.
NIÑO 2: Eso me da mucha pena. ¿Es que nadie les quería?
NARRADOR: Seguro que Jesús sí. Veréis lo que sucedió.
NIÑO 1: Maestro, vamos a descansar ahora que no hay gente.
JESÚS: Está bien, descansemos un rato. ¡Mirad, por ahí viene un leproso!
LEPROSO: ¡Estoy impuro, estoy impuro!
NIÑO 2: ¡Maestro, es un leproso, no te acerques!
LEPROSO: Si quieres puedes limpiarme, Señor.
JESÚS: Quiero, queda limpio.
LEPROSO: ¡Gracias, Jesús, gracias!
JESÚS: ¡No se lo digas a nadie! Preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.
NARRADOR: El leproso fue a la ciudad y gritaba con todas sus fuerza diciendo a todo el mundo el milagro de Jesús.
LEPROSO: ¡Estoy curado, ya no tengo lepra!
NIÑO 1: ¡Le prometiste a Jesús que no lo dirías!
LEPROSO: Es verdad, pero soy feliz y necesito decirlo. ¡Jesús me ha curado, ya no tengo lepra!
NARRADOR: Jesús siguió su camino, pero ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo. Se quedaba fuera, en descampado y aún así acudían a él de todas partes.
Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández
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