31 enero 2024

Moniciones, Evangelio y lecturas de hoy Domingo 04 de Febrero de 2024 – IV Semana del Tiempo Ordinario

 

MONICIÓN DE ENTRADA

Bienvenidos sean todos ustedes, hermanos y amigos. Que el Señor Jesús infunda en nosotros su entusiasmo y su fortaleza apostólica. 

Estamos en el Domingo Quinto del Tiempo Ordinario. La Liturgia de la Palabra de hoy nos habla del trabajo misionero de anunciar el Amor: “Ay de mí si no les hablo del Amor incansable del Padre. Ay de mí si no practico ese mismo amor. Para eso he sido enviado. Esa es la razón de mi existencia.”  Jesús no se cansa de hablar con el Padre,  no se cansa de hablar del Amor del Padre,  ni se cansa de hacer el Bien, llevando de aldea en aldea salud y vida. Libre de cualquier apego, está totalmente disponible para servir a Dios y a sus hermanos. 

Seguros de la presencia del Resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie para iniciar nuestra acción de gracias.

MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Job 7,1-4.6-7)

Hoy Job, el justo inocente sometido al sufrimiento, refleja nuestra depresión, desesperanza y cansancio ante las innumerables tribulaciones en que se encuentra envuelto. Escuchemos la Primera Lectura.

Lectura del libro de Job 7, 1-4. 6-7

Habló Job diciendo:

—«El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio,
sus días son los de un jornalero.

Como el esclavo, suspira por la sombra,
como el jornalero, aguarda el salario.

Mi herencia son meses baldíos,
me asignan noches de fatiga;

al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré?
Se alarga la noche
y me harto de dar vueltas hasta el alba.

Mis días corren más que la lanzadera,
y se consumen sin esperanza.

Recuerda que mi vida es un soplo,
y que mis ojos no verán más la dicha».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 146, 1-2. 3-4. 5-6 (R.: cf. 3a)

R. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

O bien:

R. Aleluya

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R.

Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R.

Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R.

MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (1 Corintios 9,16-23)

Hoy Pablo nos presenta el compromiso del cristiano: “Ay de mí si no anuncio el Evangelio”. Hemos sido salvados para salvar. La misma Palabra que nos libera de toda atadura, nos obliga a anunciarla. Escuchemos con atención.

SEGUNDA LECTURA

¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-19. 22-23

Hermanos:

El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.

Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles, me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos.

Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

Palabra de Dios.

MONICIÓN EVANGELIO (Marcos 1, 29-39)

Libre de apegos, desprendido de todo y totalmente disponible al Padre, Jesús va haciendo el bien a todos y llevando por todas partes la feliz noticia del Amor del Padre. Abramos el oído, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para la proclamación del Santo Evangelio.

EVANGELIO

Curó a muchos enfermos de diversos males

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron.

—«Todo el mundo te busca».

Él les respondió:

—«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».

Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor.

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