MONICIÓN DE ENTRADA
Bienvenidos sean todos ustedes, hermanos y amigos. Que el Señor Jesús infunda en nosotros su entusiasmo y su fortaleza apostólica.
Estamos en el Domingo Quinto del Tiempo Ordinario. La Liturgia de la Palabra de hoy nos habla del trabajo misionero de anunciar el Amor: “Ay de mí si no les hablo del Amor incansable del Padre. Ay de mí si no practico ese mismo amor. Para eso he sido enviado. Esa es la razón de mi existencia.” Jesús no se cansa de hablar con el Padre, no se cansa de hablar del Amor del Padre, ni se cansa de hacer el Bien, llevando de aldea en aldea salud y vida. Libre de cualquier apego, está totalmente disponible para servir a Dios y a sus hermanos.
Seguros de la presencia del Resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie para iniciar nuestra acción de gracias.
MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Job 7,1-4.6-7)
Hoy Job, el justo inocente sometido al sufrimiento, refleja nuestra depresión, desesperanza y cansancio ante las innumerables tribulaciones en que se encuentra envuelto. Escuchemos la Primera Lectura.
Lectura del libro de Job 7, 1-4. 6-7
Habló Job diciendo:
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 146, 1-2. 3-4. 5-6 (R.: cf. 3a)
R. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
O bien:
R. Aleluya
MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (1 Corintios 9,16-23)
Hoy Pablo nos presenta el compromiso del cristiano: “Ay de mí si no anuncio el Evangelio”. Hemos sido salvados para salvar. La misma Palabra que nos libera de toda atadura, nos obliga a anunciarla. Escuchemos con atención.
SEGUNDA LECTURA
¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-19. 22-23
Hermanos:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles, me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
Palabra de Dios.
MONICIÓN EVANGELIO (Marcos 1, 29-39)
Libre de apegos, desprendido de todo y totalmente disponible al Padre, Jesús va haciendo el bien a todos y llevando por todas partes la feliz noticia del Amor del Padre. Abramos el oído, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para la proclamación del Santo Evangelio.
EVANGELIO
Curó a muchos enfermos de diversos males
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron.
—«Todo el mundo te busca».
Él les respondió:
—«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
Palabra del Señor.
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