PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante
En este domingo, en que celebramos el trigésimo segundo durante el año, el Señor nos llama a ser hombres de alegría y esperanza, tomando conciencia de nuestra colaboración en la extensión de su Reino.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
El Señor es hoy bien claro: debemos permanecer atentos, en permanente espera de su gloriosa venida. Nos exhorta a la sabiduría, la que desciende de lo alto y que reclama de nosotros una actitud despierta, de vigilancia; esa sabiduría que ha de iluminarnos en nuestra espera de Cristo, que hoy nos llama a ser fieles a la misión que nos ha confiado: ser una Iglesia que vive en actitud dinámica, esperándolo y proclamando su mensaje de salvación a todos los hombres.
1ª. LECTURA: (Sab 6, 12-16) (Ver texto)
En este texto vemos en una personificación de la sabiduría, al mismo Dios que está cerca del hombre, que se hace accesible al encuentro con él, que lo busca y le sale al paso en todos los caminos.
SALMO RESP.: (62, 2-8) (Ver texto)
R. Mi alma tiene sed de ti, Señor.
2ª. LECTURA: (1 Tes 4, 13-18) (Ver texto)
Esta visión optimista del Apóstol es un verdadero estímulo para la continua construcción de un mundo mejor.
EVANGELIO: (Mt 25, 1-13) (Ver texto)
En el Evangelio de hoy, Jesús insiste en su exhortación a velar, a estar alertas, ya que no conocemos ni el día ni la hora en que él vendrá.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Oremos con abierta esperanza, a Dios creador del universo y Padre de todos los hombres, poniendo en sus manos, con toda confianza, nuestras necesidades.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
"SEÑOR, ESCUCHA NUESTRA ORACIÓN"
v Por la Santa Iglesia y el Papa Francisco, para que siempre sea la luz en el camino de los hombres y el testimonio de fidelidad en la espera de la segunda venida gloriosa de tu Hijo, oremos...
v Por nuestro Obispo y nuestros sacerdotes, para que nos guíen siempre, en la construcción de una Iglesia diocesana que siempre mantenga encendida la lámpara de la fe y del amor, oremos...
v Por la paz del mundo, para que todos los pueblos la alcance de una manera real y efectiva, mientras esperamos la segunda venida de tu Hijo, oremos...
v Por todos los que sufren, los que están solos, los que no encuentran trabajo, los sin techo, los abandonados, para que en Cristo encuentren un motivo para seguir esperando, oremos...
v Por toda nuestra comunidad, para que en la espera de tu Hijo, tengamos la sabiduría de hacer fructificar los talentos recibidos y vivir como verdaderos testimonios de fidelidad a su palabra, oremos...
CELEBRANTE:
Padre nuestro, atiende nuestra oración y danos la sabiduría necesaria para que las dificultades de nuestra vida de cada día, no nos hagan olvidar tu gran promesa de vida eterna. Y que, movidos por esta gran esperanza, trabajemos parta construir tu Reino aquí y ahora. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Este es el momento en que, en estas ofrendas, significamos el ofrecimiento de nuestras propias vidas y de todas nuestras cosas, para que todo quede consagrado a Dios.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
Hermanos, ampliemos hoy nuestra mirada de fe y demos gracias por el futuro feliz que Dios nos ha prometido y ha hecho realidad en Jesucristo resucitado.
COMUNIÓN:
El Señor nos ha dicho hoy muy claramente: "Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora", y precisamente, Él mismo se nos ofrece ahora, para que, recibiéndolo sacramentado, sea la fortaleza de esta espera.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.
DESPEDIDA:
Debemos estar en permanente vigilancia para descubrir a Cristo presente en medio nuestro: en su Palabra, en sus Sacramentos, en nuestro hermano. De esta forma podremos estar realmente vigilantes a su venida en nuestra vida.
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