Jamás se oyó ni se escuchó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por quien espera en él” (Is 64,3). El pueblo de Israel reconoce haber pecado y haber olvidado la ley de Dios. Pero sabe que Dios es misericordioso y que en él encontrará la salvación.
Es conmovedora la confesión de su fe: “Tú sales al encuentro de quien practica con alegría la justicia y, andando en tus caminos, se acuerda de ti” (Is 64,4). A pesar de sus culpas, Israel expresa su confianza mediante una hermosa imagen: “Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero: todos somos obra de tus manos” (Is 64,7).
A esta confesión, el salmo responsorial añade una súplica en la que se recoge la esperanza de la salvación: “Señor, Dios nuestro, que brille tu rostro y nos salve” (Sal 79).
Estas súplicas, tan apropiadas al Adviento que hoy comienza, encuentran apoyo en las palabras de San Pablo. A los que aguardan la manifestación de Jesucristo les asegura que el Señor los mantendrá firmes hasta el final (1Cor 1,7-8). Es la promesa más oportuna para los que tratamos de mantener viva la esperanza.
ATENCIÓN Y VIGILANCIA
A lo largo de este nuevo año lítúrgico se leerá el evangelio según san Marcos. En este primer domingo del Adviento se recuerda una invitacion de Jesús a mantener una esperanza despierta y vigilante (Mc 13,33-37).
• “Estad atentos y vigilad”. La prisa y la frivolidad son marcas de este tiempo. Así que este aviso tiene una palpitante actualidad. Mantenerse despiertos y prestar atención a lo que sucede siempre será una buena medida de prudencia. Pero es también un consejo necesario para tratar de ver la realidad con los ojos de la fe.
• “No sabéis cuándo es el momento”. A pesar de la obsesión por disfrutar el presente, muchas personas viven atenazadas por el miedo al futuro. Es cierto que vamos caminando en la oscuridad, pero estamos llamados a vigilar. Cualquier momento puede ser la ocasión para descubrir la presencia del Señor en nuestra vida.
El evangelio nos ayuda a ver estas actitudes de la atención y la vigilancia reflejadas en la parábola de los criados que aguardan el regreso de su amo.
EL DEBER DEL PORTERO
Es importante el deber del portero. El texto evangélico se hace eco de su misión en la última palabra de esa parábola. Con ello indica que ese era el punto central del mensaje.
• “Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el Señor de la casa”. Nuestros cálculos no son de fiar. Nuestros programas pastorales no pueden certificar el momento en que las personas y las estructuras podrán percibir la presencia del Señor.
• El Señor viene a este escenario del mundo. En realidad, está viniendo siempre. Pero nosotros vivimos distraídos, prestando solo atención a nuestros intereses y diversiones.
Hemos de permanencer a la espera de la manifestación del Señor.
• Que no nos encuentre dormidos. En su exhortación “La alegría de Evangelio”, el papa Francisco mencionaba la acedia como una de las tentaciones del evangelizador. Parece que nos hemos quedado dormidos, pero ya es hora de sacudir nuestra pereza.
- Señor Jesús, nuestra comodidad nos lleva a caer en las tentaciones de la desesperanza y la presunción. Ayúdanos tú a mantenernos vigilantes. Queremos vivir en esperanza.
ESPERAR EN VELA
“Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el Señor de la casa” (Mc 13,35)”.
1. Según la exhortación de Jesús, la Iglesia entera ha de mantenerse siempre en vela. ¿Qué supone esa palabra en nuestro tiempo?
2. En esta sociedad marcada por la prisa y la frivolidad es difícil mantenerse sobrios y despiertos. ¿Qué puede significar para cada uno de nosotros esa invitación a velar?
3. La exhortación de Jesús nos lleva a comprender el verdadero sentido de la libertad. Con demasiada frecuencia nos creemos autosuficientes. ¿Por qué olvidamos que él es el Señor de la casa?
4. No sabemos cuándo vendrá el Señor. Esa advertencia a veces nos parece una amenaza.
¿Pero no deberíamos leerla como el aviso gozoso de la manifestación del Señor en nuestra vida diaria?
5. Tanto la política como la publicidad nos impulsan a vivir el presente y disfrutar de su engañoso resplandor. ¿Por qué dejamos de esperar la manifestación del Señor?
6. ¿Hacemos algo para ayudar a nuestros hermanos a tratar de descubrir en la sociedad los signos de la venida del Señor?
7. Y yo, ¿cómo puedo organizar la celebración del Adviento de modo que en mi vida se haga realidad y compromiso la espera del Señor?
J.R. FLECHA
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