MONICIÓN ENTRADA
Bienvenidos, hermanos y amigos. Reciban todos ustedes gracia, paz y alegría de parte del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Estamos en el Domingo Veinticuatro del Tiempo Ordinario. La Liturgia de la Palabra de hoy nos exige vivir el perdón sin límites, al estilo de Jesús. Y Jesús perdona como el Padre, que no se cansa de perdonar y no lleva la cuenta de nuestros delitos. Que Jesús Resucitado, presente aquí y ahora entre nosotros, nos dé un corazón manso y humilde como el suyo para que podamos actuar como Dios actúa frente a las ofensas.
Reunidos en nombre del Señor, y seguros de su Presencia entre nosotros, pongámonos de pie y celebremos con gozo esta Eucaristía.
MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Ezequiel 33,7-9)
El Eclesiástico nos trae este mensaje tan claro: perdonando somos perdonados. Escuchemos…
PRIMERA LECTURA DE HOY
Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas
Lectura del libro de Sirácida 27, 33—28, 9
El furor y la cólera son odiosos;
el pecador los posee.
Del vengativo se vengará el Señor
y llevará estrecha cuenta de sus culpas.
Perdona la ofensa a tu prójimo,
y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas.
¿Cómo puede un hombre guardar rencor a
otro y pedir la salud al Señor?
No tiene compasión de su semejante,
¿y pide perdón de sus pecados?
Si él, que es carne, conserva la ira,
¿quién expiará por sus pecados?
Piensa en tu fin, y cesa en tu enojo;
en la muerte y corrupción, y guarda los mandamientos.
Recuerda los mandamientos, y no te enojes con tu prójimo;
la alianza del Señor, y perdona el error.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 102, 1-2. 3-4. 9-10. 11-12 (R.: 8)
R.El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
R. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R.
MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (Romanos 13,8-10)
En su caminar, el cristiano descubre que vive para el Señor, y que muere para el Señor. Escuchemos a Pablo…
SEGUNDA LECTURA DE HOY
En la vida y en la muerte somos del Señor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 14, 7-9
Hermanos:
Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo.
Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor.
Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.
Palabra de Dios
Aleluya Jn 13, 34
Os doy un mandamiento nuevo
—dice el Señor—:
que os améis unos a otros,
como yo os he amado.
MONICIÓN DEL EVANGELIO (Mateo 18,15-20)
Hoy Jesús nos trae esta Buena Noticia: el perdón del hombre al hombre debe parecerse al perdón de Dios hacia el hombre. Abramos los oídos, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para acoger su Palabra.
EVANGELIO DEL DIA DE HOY
No te digo que le perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete
Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 21-35
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús:
—«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
—«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo».
El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:
«Págame lo que me debes».
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré».
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
«¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?».
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Palabra del Señor.
Reflexiones sobre las Lecturas del Domingo del Señor
Hoy, en este sagrado Día del Señor, las lecturas nos hablan de una virtud esencial que se alinea perfectamente con la naturaleza de este día: el perdón. El perdón es un acto de amor y misericordia que fluye del corazón de Dios y se derrama sobre nosotros. Y como discípulos de Cristo, estamos llamados a reflejar ese amor y misericordia en nuestras vidas, especialmente en este día dedicado a la adoración y reflexión.
La Primera Lectura del libro del Eclesiástico nos recuerda que, así como Dios es misericordioso con nosotros, también debemos ser misericordiosos con los demás. No guardar rencor ni venganza, sino perdonar, es una manifestación tangible de la gracia divina en nuestras vidas.
El Salmo Responsorial, en su alabanza y gratitud, nos invita a unirnos en un coro de adoración, reconociendo que Dios perdona nuestras culpas y nos llena de amor y ternura. En este día, podemos elevar nuestros corazones en agradecimiento por la gracia y el perdón que Dios nos ofrece constantemente.
La Segunda Lectura de la carta a los Romanos nos recuerda que, vivamos o muramos, pertenecemos al Señor. Esto es fundamental para nuestro entendimiento del Día del Señor. Es un día para centrar nuestras vidas en Cristo, dedicarlo a Él y buscar vivir en conformidad con Su voluntad.
El Evangelio según Mateo nos presenta la poderosa parábola del siervo despiadado. Jesús nos enseña que el perdón debe ser una parte integral de nuestras vidas, sin límites. En este día, reflexionamos sobre las palabras de Jesús y nos desafiamos a practicar la misericordia y el perdón en nuestras relaciones.
En resumen, este Día del Señor es una oportunidad para sumergirnos en la gracia del perdón divino y para comprometernos a llevar ese perdón a nuestras interacciones diarias. Al hacerlo, honramos y adoramos al Señor de la misericordia y vivimos en coherencia con Su amor y compasión. Que este día sea una bendición para todos nosotros mientras celebramos al Señor y renovamos nuestro compromiso de seguir Sus enseñanzas en nuestras vidas.
Que estas reflexiones nos inspiren a vivir el domingo del Señor con gratitud y devoción, a amarnos mutuamente con un amor sincero y a recordar que la comunidad cristiana es un lugar de apoyo y corrección fraterna. Que el amor de Cristo guíe nuestros corazones en este día y todos los días de nuestras vidas.
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