Inicial.
El Señor nos reúne de nuevo en el domingo y se hace presente en medio de nosotros al celebrar la Eucaristía.
Jesús nos va a plantear hoy la radicalidad del perdón. Los cristianos, como miembros de la Iglesia nacida del perdón y la reconciliación de Dios, por medio de su Hijo, nos sabemos ya perdonados. A la vez, como comunidad formada por hombres, somos pecadores y estamos necesitados de perdón. Pero no pedimos pedir perdón a Dios y sentirnos perdonados, si nosotros no hacemos lo mismo con nuestros hermanos.
Disponemos nuestro corazón para este encuentro con el Señor y con los hermanos.
Primera Lectura.
Las palabras del sabio nos invitan a reflexionar sobre cómo actuamos ante el mal que nos hacen los demás. Dios, que siempre perdona, debe ser nuestro modelo.
Segunda Lectura.
Acabamos hoy el último fragmento de la importante carta de San Pablo a los Romanos, que durante muchos domingos hemos venido leyendo. En ella nos aconseja que nadie vaya por su cuenta. Que todos caminemos juntos, pues en la vida y en la muerte, somos del Señor.
Evangelio.
Jesús en el Evangelio nos aclara las dudas que tenemos sobre cómo hemos de comportarnos en el terrenos del perdón. Nosotros, a pesar de nuestro orgullo en reconocer la propia culpa, por la educación recibida, nos resulta más fácil ser perdonados que otorgar nuestro perdón.
Puestos de pie cantamos aleluya.
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