R I T O S I N I C I A L E S
CANTO DE ENTRADA.
Alrededor de tu mesa, venimos a recordar, alrededor de tu mesa, venimos a recordar, que tu palabra es camino, tu cuerpo fraternidad, que tu palabra es camino, tu cuerpo fraternidad.
Juntos y a veces sin vernos, celebramos tu presencia sin sentir que se interrumpe el camino, si no vamos como hermanos hacia ti.
SALUDO Y MONICIÓN.
ACTO PENITENCIAL.
GLORIA.
ORACIÓN COLECTA.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA.
Lectura del libro del Eclesiástico 27, 30—28, 7.
Rencor e ira también son detestables, el pecador los posee.
El vengativo sufrirá la venganza del Señor, que llevará cuenta exacta de sus pecados.
Perdona la ofensa a tu prójimo y, cuando reces, tus pecados te serán perdonados.
Si un ser humano alimenta la ira contra otro, ¿cómo puede esperar la curación del Señor?
Si no se compadece de su semejante, ¿cómo pide perdón por sus propios pecados?
Si él, simple mortal, guarda rencor, ¿quién perdonará sus pecados?
Piensa en tu final y deja de odiar, acuérdate de la corrupción y de la muerte y sé fiel a los mandamientos.
Acuérdate de los mandamientos y no guardes rencor a tu prójimo; acuérdate de la alianza del Altísimo y pasa por alto la ofensa.
PALABRA DE DIOS
SALMO RESPONSORIAL. Salmo 102.
Antífona: El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa, y te colma de gracia y de ternura.
No está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre los que lo temen; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
SEGUNDA LECTURA.
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 14, 7-9.
Hermanos:
Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo.
Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que, ya vivamos ya muramos, somos del Señor.
Pues para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos.
PALABRA DE DIOS
ALELUYA.
Antífona: Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor-: que os améis unos a otros, como yo os he amado.
EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 18, 21-35.
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarías, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo".
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: "Págame lo que me debes".
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: "Ten paciencia conmigo y te lo pagaré".
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?".
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
PALABRA DEL SEÑOR
HOMILÍA.
CREDO.
ORACIÓN DE LOS FIELES.
LITURGIA EUCARÍSTICA
OFERTORIO.
Canto:
En tus manos divinas de Padre hemos puesto, Señor, nuestro mundo.
Estos brazos que elevan alegres las ofrendas de vino y de pan.
Nuestro mundo camino hacia el cielo, nuestras almas hambrientas de Ti.
Esta tierra labrada con pena, donde brilla velada tu luz.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.
PREFACIO Y SANTO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA.
RITO DE LA COMUNIÓN
PADRE NUESTRO.
RITO DE LA PAZ.
CORDERO DE DIOS.
COMUNIÓN.
Canto:
Recitado: Haz de mí un instrumento de tu paz.
Canto:
Haz de mi, Señor, un instrumento de tu paz. Haz de mi, Señor, un instrumento de tu paz.
Donde haya odio que yo ponga el amor. Donde haya ofensa que yo ponga el perdón.
Donde haya duda que yo ponga la fe. Donde haya tinieblas que yo ponga la luz.
Que no busque tanto el ser consolado como el consolar. Que no busque tanto el ser perdonado como el perdonar.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.
Gracias, Señor, por tu presencia continuada en medio de nosotros.
Gracias, por hacerte alimento que nos ayuda a crecer, a amar, a perdonar, a acoger.
Ayúdanos a despojarnos de nuestro orgullo, de nuestra suficiencia, y a descubrir la grandeza de la pequeñez, de la disponibilidad, del servicio, del perdón fraterno.
Señor, danos un corazón que olvide, tantas veces como Tú, que tienda la mano disculpadora, tantas veces como Tú, que vuelva a creer en las personas, tantas veces como Tú y que nos limpie de resentimientos y memorias, tantas veces como Tú.
ORACIÓN.
RITO DE CONCLUSIÓN.
BENDICIÓN Y DESPEDIDA.
Canto.
Te damos gracias, Señor, de todo corazón. Te damos gracias, Señor, cantamos para ti.
A tu nombre daremos gracias, por tu amor y tu lealtad, te llamé y me escuchaste, aumentaste el valor en mi alma.
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