Antífona de entrada Cf. Eclo 36, 15
Señor, da la paz a los que esperan en ti, y saca veraces a tus profetas, escucha la súplica de tus siervos y de tu pueblo Israel.
Monición de entrada
Año A
El Señor nos llama el domingo a participar en la eucaristía. En su presencia nos reconocemos pecadores y anhelamos el perdón de Dios, al mismo tiempo que necesitamos recibirlo del hermano. La eucaristía nos invita a percibir el fruto de la misericordia de Dios para ser misericordiosos como el Padre.
Acto penitencial
Todo como en el Ordinario de la Misa. Para la tercera fórmula pueden usarse las siguientes invocaciones:
Año A
- Tú, que eres rico en clemencia: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
- Tú, que no nos tratas como merecen nuestros pecados: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Tú, que nos colmas de gracia y de ternura: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
En lugar del acto penitencial, se puede celebrar el rito de la bendición y de la aspersión del agua bendita.
Oración colecta
Míranos, oh, Dios, creador y guía de todas las cosas, y concédenos servirte de todo corazón, para que percibamos el fruto de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo A (Lec. I A).
PRIMERA LECTURA Eclo 27, 33 – 28, 9
Perdona la ofensa a tu prójimo y, cuando reces, tus pecados te serán perdonados
Lectura del libro del Eclesiástico.
Rencor e ira también son detestables,
el pecador los posee.
El vengativo sufrirá la venganza del Señor,
que llevará cuenta exacta de sus pecados.
Perdona la ofensa a tu prójimo
y, cuando reces, tus pecados te serán perdonados.
Si un ser humano alimenta la ira contra otro,
¿cómo puede esperar la curación del Señor?
Si no se compadece de su semejante,
¿cómo pide perdón por sus propios pecados?
Si él, simple mortal, guarda rencor,
¿quién perdonará sus pecados?
Piensa en tu final y deja de odiar,
acuérdate de la corrupción y de la muerte
y sé fiel a los mandamientos.
Acuérdate de los mandamientos
y no guardes rencor a tu prójimo;
acuérdate de la alianza del Altísimo
y pasa por alto la ofensa.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial Sal 102, 1-2. 3-4. 9-10. 11-12 (R.: 8)
R. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
V. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
R. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
V. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te coima de gracia y de ternura.
R. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
V. No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
R. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
V. Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
R. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
SEGUNDA LECTURA Rom 14, 7-9
Ya vivamos, ya muramos, somos del Señor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
Hermanos:
Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo.
Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que, ya vivamos ya muramos, somos del Señor.
Pues para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Aleluya Jn 13, 34
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Os doy un mandamiento nuevo —dice el Señor—: que os améis unos a otros, como yo os he amado. R.
EVANGELIO Mt 18, 21-35
No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete
╬ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.
Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
“Págame lo que me debes”.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido.
Entonces el señor lo llamó y le dijo:
“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste ¿no debías tener tú también compasión de un compañero, como yo tuve compasión de ti?”.
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
Oración de los fieles
Año A
Oremos a Dios Padre, que no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.
- Para que la Iglesia sea lugar de reconciliación, y así se manifieste al mundo el perdón de Dios. Roguemos al Señor.
- Para que todos los pueblos se reconcilien, sobre la base de la justicia, el respeto, la paciencia y el amor. Roguemos al Señor.
- Para que aquellos que se sienten justamente ofendidos sean capaces de perdonar y olvidar. Roguemos al Señor.
-Para que imitemos a Dios, siempre dispuesto al perdón, perdonándonos nuestras mutuas ofensas. Roguemos al Señor.
Señor, Dios nuestro, compasivo y misericordioso, escúchanos; que podamos decir con verdad como el criado de la parábola: «Ten paciencia con nosotros»; perdónanos, como también nosotros perdonamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre las ofrendas
PREFACIO IV DOMINICAL DEL TIEMPO ORDINARIO
LAS ETAPAS DE LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN EN CRISTO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque él, con su nacimiento, renovó la vieja condición humana; con su pasión destruyó nuestro pecado; al resucitar de entre los muertos, nos aseguró el acceso a la vida eterna; y en su ascensión al Padre, abrió las puertas del cielo.
Por eso, con los ángeles y la multitud de los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la comunión Sal 35, 8
Qué inapreciable es tu misericordia, oh, Dios. Los humanos se acogen a la sombra de tus alas.
O bien: Cf. 1 Cor 10, 16
El cáliz de la bendición que bendecimos es comunión de la Sangre de Cristo; el pan que partimos es participación en el Cuerpo del Señor.
Oración después de la comunión
Te pedimos, Señor, que el fruto del don del cielo penetre nuestros cuerpos y almas, para que sea su efecto, y no nuestro sentimiento, el que prevalezca siempre en nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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