Monición de entrada
Queridos hermanos, tenga todos muy buenas tardes (noches). La gran cena con el Señor es ahora y nos sentimos felices de que ustedes hayan aceptado la invitación a participar en ella. Sean todos bienvenidos.
Con la celebración de esta misa comenzamos el Triduo Sacro, que es el centro del Año litúrgico, puesto que en torno a él gira la conmemoración de los misterios de Jesucristo.
El Jueves Santo sintetiza la fe de la comunidad cristiana. Es día de intimidad, de oración, de compromiso fraterno, de alianza, de amor. Tenemos motivo para la alegría: vamos a hacer memoria de lo que hizo Jesús en la Última Cena, «la noche en que iba a ser entregado». Una tarde (noche) maravillosa llena de amor que anticipa el «amor hasta el fin» que celebramos en este Triduo Pascual de su Muerte y Resurrección.
Nos ponemos de pie para comenzar la celebración cantando…
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Las lecturas del día de hoy giran en torno a la celebración de la Cena Pascual que realizaban los judíos, misma que también celebró Jesús, a la que le dio un nuevo sentido, tal como lo narra San Juan en su evangelio y nos lo recuerda San Pablo. La Pascua (paso) se extiende a lo largo de la historia de la salvación en tres acontecimientos concretos: La Pascua del antiguo pueblo de Israel (1a lectura), La Pascua de Cristo (Evangelio) y nuestra propia Pascua, la de la Iglesia (2a lectura). Escuchemos con atención.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Éxodo 12, 1-8. 11-14)
Jesucristo también celebraba la Pascua y dará a esta fiesta un nuevo significado. Escuchemos este relato pascual.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:
—«Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: «El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.
Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido.
Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas.
Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor.
Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor.
La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto.
Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta del Señor, ley perpetua para todas las generaciones»».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 115)
La liturgia eucarística es nuestra suprema acción de gracias al Padre, es el cumplimiento de nuestros votos en presencia de toda la asamblea. Después participaremos de ese «cáliz de salvación», invocando el nombre del Señor. Alabemos a Dios con el salmo 115 diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 115, 12-13. 15-16bc. 17-18
R. El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo.
Monición a la segunda lectura (Corintios 11, 23-26)
La celebración de la eucaristía se ha realizado desde Jesucristo y las primeras comunidades. En su relato de la institución de la eucaristía refleja Pablo ciertas prácticas de uso corriente ya en su tiempo.
Escuchemos a continuación el más antiguo de los relatos eucarísticos del Nuevo Testamento.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11,23-26
Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
—«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
—«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Juan 13, 1-15)
También Jesús celebró, como los otros judíos, la comida del cordero en la noche de Pascua. Pero él le dio un nuevo sentido a aquella celebración. Quiso dar a sus discípulos una muestra del amor inmenso que les tenía y de servicio, al lavarles los pies. Abramos el corazón al mensaje del Evangelio de San Juan: amar hasta el extremo.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:
—«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».
Jesús le replicó:
—«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».
Pedro le dijo:
—«No me lavarás los pies jamás».
Jesús le contestó:
—«Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo».
Simón Pedro le dijo:
—«Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dijo:
— «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
—«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Como una sola familia reunida alrededor de la mesa del Señor, oremos juntos por las necesidades del mundo, en esta tarde en que Cristo ha compartido su cuerpo con la Iglesia. Diremos todos
Cristo, pan de vida, escucha nuestra oración.
- Por el Santo Padre, los obispos, sacerdotes y ministros de la Iglesia, para que en Jesús, que lava los pies a los apóstoles, y en la mesa pascual en la que se instituye el Orden Sacerdotal, sepan reconocer los grandes signos de la realeza y el amor de Dios. Oremos.
- Por nuestra Iglesia santa, para que, fortalecida con el Pan que da la vida, se encamine con paso firme a la Pascua definitiva con Cristo. Oremos.
- Por los sacerdotes de nuestra diócesis, para que en este día especial para ellos reciban de Cristo la fuerza necesaria para ejercer devotamente su ministerio. Oremos.
- Por nuestros gobernantes, para siguiendo el ejemplo de humildad y servicio del Señor, cumplan con honestidad sus funciones, haciendo realidad en los pueblos sus anhelos de paz y justicia. Oremos.
- Por quienes carecen del pan cotidiano, para que encuentren en las familias cristianas una mano que, siguiendo el ejemplo de Jesús, ayude a saciar su hambre material y espiritual. Oremos.
- Por nosotros, para que encontremos en el servicio a los hermanos el sentido del amor y la felicidad en esta vida. Oremos.
Presentación de las ofrendas
Hoy llevamos al altar de una manera muy especial las ofrendas de Pan y Vino, que fueron consagrados por Cristo en la última cena y convertidos en su cuerpo y su sangre. Hoy viviremos nuevamente ese hermoso gesto de amor suyo para cada uno de nosotros.
Comunión
Cristo nos amó hasta el extremo y por eso quiso también quedarse bajo las especies de Pan y Vino para que podamos alimentarnos de su Cuerpo y su Sangre. Acerquémonos solemnemente a participar de este gran banquete Eucarístico.
Final
Ahora nos corresponde a nosotros ir al mundo y vivir con nuestro prójimo el mandamiento del amor que hoy nos ha dejado el Señor, convirtiéndonos en servidores de los demás.
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