Cubo vacío:
Cuando alguien lleva un “cubo vacío” –además de decirnos que no hay nada dentro- significa también que lo va utilizar para llenarlo de algo que necesita.
Nuestra vida –como el “cubo”- puede estar llena o vacía, según el sentido que le demos.
Puede estar llena de cosas que merecen la pena y entonces tiene sentido.
Pero, nuestra vida, puede estar también vacía, como el cubo, aunque esté muy llena de cosas superfluas e intrascendentes.
¿Cómo está en estos momentos nuestra vida: llena o vacía?
Vaso de agua:
Un vaso de agua nos habla de “sed”.
Jesús nos pregunta hoy también a nosotros –como preguntó a la samaritana- si el agua que bebemos calma nuestra sed, es decir: Si las cosas que hacemos llenan plenamente nuestra vida.
¿De qué cosas tenemos sed nosotros? ¿De dinero, de poder, de éxito, de fe, de paz, de solidaridad, de generosidad?
Jesús nos dice hoy, como dijo a la samaritana: “El que beba del agua que yo le daré, jamás tendrá sed de otras cosas, pues mi agua es fuente de vida”.
Procesión de ofrendas:
Antes de entregar el pan y el vino, centro y eje de nuestra Eucaristía, traemos este cubo vacío, como el de la Samaritana, como el de nuestro corazón. Vamos a llenarnos de agua para nuestra sed, pero siempre se nos acaba el agua y vuelve la sed. Aquí está el secreto de nuestra pobreza: nuestra vaciedad y la dificultad de ir a la fuente de agua viva.
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