Has venido, Señor…
a traer plenitud a las vidas mediocres,
a traer libertad a los que estamos atados,
a traer ilusión a las vidas cansadas,
a traer sorpresa a la gris rutina,
a traer descanso a los agobiados.
Has venido, Señor…
a traer sabiduría a los pequeños,
a levantar a los encorvados,
a perdonar una y mil veces,
a liberarnos de los compromisos,
a enseñarnos a ser los últimos.
Has venido, Señor…
a demostrarnos el valor de la pobreza
y del compartir,
a construir tu Reino de justicia,
a sacarnos de la esclavitud del poder,
del dinero y del prestigio,
a cambiarnos el corazón de piedra,
a revitalizar nuestra historia personal.
Has venido, Señor…
a contagiarnos la misericordia,
a potenciar lo mejor de nosotros mismos,
a dinamizar nuestra existencia,
a poner a las personas
por encima de las normas,
a despertar nuestra coherencia y fraternidad.
Has venido, Señor…
a entusiasmarnos con tu Reino,
a hablarnos al corazón a cada uno,
a llenar nuestra vida de sentido y de tu Espíritu
a hacernos grandes en el Reino de los cielos,
has venido y vienes siempre, Señor.
Mari Patxi Ayerra
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