28 febrero 2023

¡Dejarnos transfigurar!

 

Transfiguración significa “cambio de figura, de aspecto”. La Cuaresma es eso, tiempo para la transformación. Como nos dice el papa Francisco: en la Transfiguración, Cristo nos deja echar “un vistazo al cielo”. No estamos llamados a acomodarnos a este mundo, todo y todos seremos transfigurados en un mundo distinto y ya eterno. Esto no significa que nos crucemos de brazos mientras llega este acontecimiento. Francisco asegura que el camino de eso que falta pasa por eso que está. Debemos escrutar lo ordinario para abrirnos a lo extraordinario. Cristo quiere que le ayudemos a cambiar este mundo pasando por la transfiguración personal. Sin nuestro cambio personal, no habrá cambio social. Dice el Evangelio: sus vestidos y su rostro se volvieron resplandecientes al igual que nuestras vidas pueden cambiar para convertirnos en luz de este mundo, en nuestra realidad cercana. Fijémonos en tres claves de la Cuaresma:
1.- Jesús se los llevó a orar. En mi trato cercano con Cristo, con su Palabra, experimento la necesidad de cambiar mi egoísmo en generosidad, mi soberbia en humildad…
2.- Tener visión de eternidad en todo lo que vivo. Ese es el fin de mi sufrimiento, de mi purificación personal.
3.- Peligro del acomodamiento, de buscar seguridades. ¡Qué pronto se adelanta Pedro a ofrecer tres tiendas! Y qué rápido hace desvanecer Jesús la visión. El cristiano no debe buscar “sentirse bien”, se trata de dar la vida como Él la dio unos días después.
María Ángela Cantueso Muñoz

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