Material para el Animador de la Palabra.
IV Domingo del Tiempo Ordinario. 29 de enero de 2023.
1. AMBIENTACIÓN
Podemos colocar un cartel delante del altar con una de estas frases: “Los sencillos son los primeros” o, “Dichosos los limpios de corazón”.
2. RITOS INICIALES
Monición de entrada. Bienvenidos a la celebración. Nos reunimos contando con Jesús. Tenemos la ocasión, una vez más, de purificarnos, renovarnos, con la Palabra de Dios. Hoy la Palabra nos presenta el ideal de las Bienaventuranzas. Este texto tan conocido condensa como ningún otro lo esencial del Evangelio, revela nuestra mejor identidad y nos recuerda el encargo de crecer hasta la plenitud que podemos alcanzar.
Canto
Saludo. Hermanas y hermanos, bendigamos al Señor, que nos llama a ser felices.
Acto penitencial
Porque nos amas, Señor, ten piedad.
Porque llegaste hasta dar la vida por nosotros, Cristo, ten piedad.
Porque contagias santidad, Señor, ten piedad.
Gloria
Oración. Dios, Padre bondadoso, quieres que seamos felices y, para ello, nos has trazado el camino de las Bienaventuranzas. Ilumínanos para comprender la espiritualidad que encierran y para testimoniar con satisfacción el gozo interior que producen. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
3. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas. Una de las características de Dios es que tiene la manía de salvarnos. Y lo hace por medio de un Jesús sencillo, que elige vivir a ras de suelo para estar cercano a todos, pero lleno de un mensaje salvador.
La Palabra resalta hoy que Dios acoge lo pequeño y humilde para confundir falsas sabidurías y posturas orgullosas. Él prefiere la pobreza de espíritu, la limpieza de corazón, la misericordia, el hambre y sed de justicia, la paz...
Merece la pena comparar nuestra vida con las Bienaventuranzas y sacar conclusiones.
Lecturas. So 2,3;3,12-13. Salmo o Canto. 1 Co 1, 26-31. Aclamación, Mt 5, 1, 12a. Breve silencio.
Comentario homilético. La práctica de las Bienaventuranzas hace florecer la vida. Son mucho más que un bello poema que proclamamos con orgullo en celebraciones como ésta. Encierran un fermento tan revolucionario que apasiona a unos y saca de quicio a otros. El progreso humano solo es posible si ponemos en juego estas líneas de sabiduría impresionante y de espiritualidad contrastada.
Las bienaventuranzas resumen el Evangelio y el Reino de Dios anunciado por Jesús. Todas coinciden en un objetivo común: la felicidad. Constituyen un anuncio gozoso: Dios nos quiere felices. Más aún, los cristianos estamos llamados a meter felicidad en el mundo, una felicidad profunda que, la mayoría de las veces, no coincide con la carcajada fácil o el bienestar efímero, se trata de una felicidad muy humana, la llamamos: solidaridad, servicio, lucha por la paz... con una proyección fuerte de futuro, sin olvidar el presente. Jesús nos entrega estas herramientas para construir esa felicidad. Hay quien no les interesa, prefieren sus enredos, mantener su influencia rentable a toda costa, que no triunfe la justicia ni la igualdad... El resultado es que no son felices ni hacen felices a nadie.
Aceptar las bienaventuranzas supone forjarse una mentalidad alternativa, porque la que procede de ellas no es la que propaga el ambiente ni la que distribuye la publicidad. En la mayoría de las situaciones supondrá ir contracorriente, porque implica optar por la “locura de la cruz” o hacerse “los necios por Cristo”. Podemos encontrar bonitas declaraciones sobre las Bienaventuranzas; pero a quienes las practican frecuentemente se les arrincona y hasta se les persigue.
Las Bienaventuranzas expresan la nueva espiritualidad cristiana. Completan y van más lejos que los mandamientos. Proponen un modo de vivir posible, lógico, exigente, que enlaza con nuestras aspiraciones más nobles: llorar con los que lloran, tener hambre y sed de la justicia, la misericordia, la limpieza de corazón, trabajar por la paz, trabajar por el Reino. Silencio de interiorización
Credo
Oración de los fieles
Oremos por los pueblos, para que se organicen según las líneas maestras de las Bienaventuranzas. Roguemos al Señor.
Oremos por todos los que intentan asimilar el mensaje de las Bienaventuranzas, para que sean semilla de una nueva sociedad. Roguemos al Señor.
Oremos por la Iglesia, para que sea expresión creciente de loas espiritualidad que rezuman las Bienaventuranzas. Roguemos al Señor.
Oremos para que le Evangelio penetre en nuestra cultura hasta transfigurarla con el mensaje alternativo de las Bienaventuranzas. Roguemos al Señor.
Pidamos unos por otros y no nos olvidemos de los más necesitados de neutra comunidad cristiana. Roguemos al Señor.
4. RITO DE LA COMUNIÓN
Canto
Introducción al Padre nuestro
Padre, llega al colmo nuestra admiración
al comprobar cuánto nos quieres.
Deseas fervientemente nuestra felicidad.
Nos has abierto los ojos con el mensaje del Evangelio.
Por medio de Jesús nos has trazado
un camino de bienaventuranza.
Bendices a los que eligen ser pobres.
Proclamas que esta sencillez elegida
es el mejor camino para la libertad.
Has dejado muy claro que la salvación
viene por medio de los misericordiosos,
los sufridos, los limpios de corazón
los que trabajan por la paz y la justicia.
Padre, estas cargado de razón. Eres diferente.
Todo el mundo va a lo suyo, buscando sobresalir.
En cambio, para Ti el más desprendido es el primero.
Nosotros queremos ser como Tú:
centrarnos en el Evangelio
y procurar el bien común por encima del individual.
Ves, Padre, que esta asamblea no es de grandes ni de poderosos,
pero tenemos mucha ilusión y queremos rezarte juntos
la oración de los hijos y los hermanos. Padre nuestro...
Gesto de la paz
Distribución de la comunión
Acción de gracias
Bendito seas, Padre, por el testimonio de tantas personas que piensan y viven la mentalidad de las Bienaventuranzas.
Nos motiva sobre todo el ejemplo de Jesús, que vivió a fondo este ideal y nos lo propone con admirable convicción.
Padre, que sepamos ser sufridos, limpios de corazón, pacíficos, sencillos y misericordiosos.
5. RITO DE CONCLUSIÓN
Compromiso. Practicar las Bienaventuranzas.
Oración después de la comunión. (se toma del misal)
Bendición
Monición final. Hemos compartido el ideal cristiano: Las Bienaventuranzas. Ahora nos espera la cancha de la vida diaria para poner en juego esa sabiduría práctica que derrama el Evangelio. Que el señor nos ilumine y nos ayude.
Despedida
Canto final
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