¿EN QUÉ DIOS CREES?
Por Javier Leoz
1.- Aunque estamos en el mes de noviembre,un tiempo dedicado desde la tradición cristiana al recuerdo por los difuntos. Aunque, en el camposanto, aun se conserva en el aire el aroma de las flores que les hemos llevado como agradecimiento y estima. Aunque, levantamos mausoleos y monumentos a los que pasaron a mejor vida, es bueno recordar(el evangelio de hoy nos lo acentúa) que Dios no es un Dios de muertos sino de vivos.
Y, aún cuando es cierto que nuestras iglesias se llenan más para los funerales que para la Vigilia Pascual, es bueno no olvidaraquello de que, Jesús, vino para que tuviésemos vida y en abundancia. ¿Cuándo lo entenderemos? ¿Tanto nos cuesta creer y soñar en un mañana donde, gracias a Dios, podamos vivir desde un concepto y desde unas categorías muy distintas a las que, por ejemplo, con aire burlesco los saduceos (que no creían en la resurrección) le presentaban a Jesús?
Es difícil mantener la fe. Pero no lo es más comprometido ni más cómodo que en otros tiempos. San Pablo, en una impresionante segunda lectura, nos hace llegar una gran verdad: Dios se compromete con el creyente hasta el final. Le consuela y le da fuerza frente al adversario.
En muchos momentos tendremos la tentación de desertar. De poner en “solfa” grandes veracidades que sostienen y son el núcleo de nuestra fe. Recapacitemos, que también en esas situaciones, Dios, que es fiel, nos empuja a seguir adelante; a seguir creyendo; a seguir esperando.
2. -Ciertas encuestas dicen que en España un 89%de sus ciudadanos se declaran católicos y que, de ese porcentaje, un 40% no cree en la vida eterna ni en la resurrección de los muertos.¿Se puede ser católico y no creer en la vida eterna? ¿Se puede creer católico y no creer en la resurrección? ¿Qué está ocurriendo para que se den estos fenómenos? ¿Será que lo importante es pertenecer a una determinada religión aun cuando no se crea en determinados postulados que ella presenta y defiende? ¿Será que, para algunos,ser bautizado, participar en algunas celebraciones de la vida cristiana, pero no comulgar con lo esencial de esa misma vida cristiana, no presenta mayor contradicción?
Mantengamos viva nuestra fe. Salvaguardemos viva nuestra esperanza en el Señor. Ahora no nos preocupemos de cómo se estará o de cómo se vivirá en el cielo. Ahora nuestro “hoy” debe estar volcado, totalmente, en descubrir la voluntad de Cristo. Una energía que está totalmente inclinada a llevar a cabo el Reino de Dios, y todo lo que él conlleva, en medio de nuestro mundo. Y, para ello, Dios, Cristo, nos necesita. Lo que menos desea Jesús, son preguntas estériles. Preocupaciones que nos debiliten y no nos dejen ver el horizonte de la fe.
3.- Que el Señor, que nos espera al final de nuestro existir, nos encuentre cuando llegue ese momento –no haciendo preguntas- y sí, por el contrario, ocupados en seguir sus caminos; preocupados por la extensión de su reino y totalmente dispuestos a dar nuestra vida por El. No comparemos nuestra vida, con la que nos espera. No merece la pena. Dios, que siempre es tan sorprendente, a buen seguro nos dará la fuerza necesaria para que, lo que nos espera, supere con creceslo que soñamos hoy y aquí.
Mientras tanto….seguiremos creyendo, caminando y pensando en un cielo nuevo y distinto a esta tierra, a veces tan vieja y con tanta falta de ideales.
Dice un viejo proverbio: “Dime en qué Dios crees y te diré la clase de persona que eres”¿Creemos de verdad en la resurrección?Busquemos a Dios en las cosas de cada día, como decía Santa Teresa de Jesús, pero no reduzcamos todo lo que somos y nos espera, a lo que vemos y tocamos. Busquemos a Dios, sobre todo, en la misma vida que El nos da. Y, entonces, podremos saborear y valorar la eterna que nos espera.
4- ¿QUÉ EXISTE EN EL CIELO?
¿Existirán carreteras en el cielo, Señor?
¿Para qué? Sólo en la tierra son necesarias las prisas.
En la eternidad, la paz y el sosiego nacen por todos los rincones
¿Existirán bosques y mares, ríos y montañas en el cielo, Señor?
¿Para qué? La belleza de Dios, será lo suficiente
para colmar las aspiraciones y la búsqueda de todo hombre
¿Existirán rascacielos y playas en el cielo, Señor?
¿Para qué? Sólo, con habitar en Dios
será suficiente para sentirse feliz
y pasear viendo su inmensa Gloria
¿Existirán las razas y la diversidad de lenguas en el cielo, Señor?
¿Para qué? En Dios Padre, todos seréis definitivamente UNO
¿Existirán las fronteras, las diferencias, el libre pensamiento?
¿Para qué? En la casa de mi Padre
sólo existe la común unión;
en la morada de mi Padre sólo vive un único pueblo
en la mansión de mi Padre, al verlo tal y cual es,
el pensamiento sólo será uno: AMOR Y SOLO AMOR
¿Existirá el rencor y el odio por lo que fuimos y nos hicimos, Señor?
¿Para qué? Quien llega a la casa de mi Padre
lo hace siendo una persona traspasada por el amor
y, en el corazón de esa persona que alcanzó la meta divina
sólo hay lugar para eso, para el amor.
Entonces ¿qué existe en el cielo, mi Señor?
En el cielo hay lo que vosotros no lográis alcanzar en la tierra
En el cielo funcionamos de una forma diferente
En el cielo no valen los esquemas de la tierra
En el cielo es feliz quien fue infeliz allá abajo
En el cielo es grande quien fue pequeño
El cielo sólo se entiende viviendo y pensando en él.
No lo olvidéis, el cielo es el mundo al revés
El cielo es la gran casa del Padre
Un lugar donde sólo brota el amor
Una fuente donde sólo emerge el bien
Un paraíso en el que, lo que a vosotros os parece necesario
allá es inutilidad completa.
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