Cuenta el Padre Weichs:
Un hombre estaba debajo de una palmera.
En eso, un mono enfurecido,
le tiró desde arriba un coco sobre la cabeza.
Primero, el hombre se quedó sorprendido, sin moverse.
Entonces, se agarra la cabeza porque le duele.
Después cae su mirada sobre el coco, delante de él.
El hombre sonríe, mira hacia arriba y le dice al mono:
Gracias
Parte el coco, bebe su contenido,
come su carne y de la cáscara fabrica dos pequeños platos.
Lo mismo se puede aplicar al leproso del evangelio.
Todo el mundo habría dicho: Qué desgracia sufre ese pobre leproso.
Pero sin embargo, mirando hacia atrás,
este samaritano, tal vez agradeció a Dios su lepra.
Porque eso que le parecía quizás la más horrible desgracias,
se le convirtió en Gracia.
En este día aprendamos del samaritano
a ser agradecidos con Dios, a darle gracias.
En la Eucaristía, en especial es donde damos gracias a Dios.
Pidámosle al Señor, ir a celebrar la Eucaristía
dispuestos a glorificar a Dios, y tener el corazón repleto
de alegría por las maravillas que Dios obra en nosotros.
Que la Virgen del Rosario, en este mes de octubre,
nos enseñe a ser más agradecidos con el Señor
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