Monición de entrada
Queridos hermanos, nos da mucha alegría tenerles aquí reunidos para la celebración de esta Santa Misa, en el vigésimo octavo domingo del tiempo ordinario.
La Eucaristía es una acción de gracias a Dios. Hoy la Palabra que escucharemos nos llama a ser agradecidos con Dios por todo lo que hace en nuestra vida.
Dispuestos a dejarnos instruir por Dios, comencemos esta celebración. De pie, cantamos.
Moniciones a las Lecturas
Opción 1: Monición para todas las lecturas
La fe en el Poder de la Palabra de Dios y nuestro agradecimiento son el trasfondo de las lecturas de hoy. Tanto el pasaje del segundo libro de los Reyes como el del evangelio proponen la confianza en la Palabra como actitud que conduce a la curación de la lepra y a una fe agradecida que alaba al Señor. El autor de la segunda carta a Timoteo habla de las cadenas que padece por el anuncio de un Evangelio que nadie puede encadenar. Con el salmo cantaremos y agradeceremos a Dios, a quien debemos escuchar atentos.
Opción 2: Monición para cada una de las lecturas
Monición a la primera Lectura (Reyes 5, 14-17)
Dios hace grandes prodigios de la manera más sencilla en nuestra vida. El libro de los reyes nos relata uno de esos milagros que nos llevan a ser agradecidos con Dios. Escuchemos atentamente.
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 14-17
En aquellos días, Naamán de Siria bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta Eliseo, y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño.
Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo:
—«Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel. Acepta un regalo de tu servidor».
Eliseo contestó:
—«¡Vive Dios, a quien sirvo! No aceptaré nada».
Y aunque le insistía, lo rehusó.
Naamán dijo:
—«Entonces, que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor».
Palabra de Dios.
Monición al Salmo Responsorial (97)
Mostremos ahora, con el salmo 97, nuestra gratitud a Dios por la salvación universal que nos ofrece. Digamos todos:
Salmo responsorial: Salmo 97, 1. 2-3ab. 3cd-4
R. El Señor revela a las naciones su salvación.
Monición a la segunda Lectura (2 Timoteo 2, 8-13)
En la segunda lectura se recuerda la gratitud debida a Dios por los beneficios de la redención. Aquí se instruye a Timoteo sobre el arduo y siempre escabroso problema del sufrimiento.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 8-13
Querido hermano:
Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David.
Éste ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada:
Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna.
Es doctrina segura: si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Lucas 17, 11-19)
Con el episodio de los diez leprosos curados por Jesús, Lucas nos muestra el poder de Dios y el agradecimiento con el que se debe responder a todo lo que Dios hace en nuestro favor. Preparémonos para recibir este mensaje, cantando el aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 11-19
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
—«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
—«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.
Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo:
—«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿Dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?».
Y le dijo:
—«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor.
Oración de los Fieles
Dirijamos, hermanos, con confianza y seguridad, nuestras oraciones al buen Dios, seguros de que siempre nos escucha y digámosle: Señor, escucha nuestra oración.
- Por la Iglesia, para que la misión que le ha sido encomendada pueda encontrar manifestaciones nuevas y eficaces que traigan vida y luz al mundo. Oremos.
- Por los gobernantes, especialmente los de nuestro país, para que en el ejercicio de sus funciones también puedan servir a Dios y a los hermanos, buscando la justicia y la paz. Oremos.
- Por todos los cristianos, para que seamos conscientes de nuestra misión de testigos de Cristo resucitado y viviente que nos ha sido confiada por Dios, y actuemos valiente y coherentemente con la fe. Oremos.
- Por todos los que sufren necesidad en el mundo, especialmente los migrantes, para que también sientan el deseo ardiente de buscar la patria definitiva, en el cielo. Oremos.
- Por cada uno de nosotros, aquí reunidos junto al altar, bautizados y enviados, para que con nuestro compromiso apostólico en este mes misionero, todos los pueblos puedan experimentar el amor salvífico y misericordioso de Dios. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Llevemos ahora al altar el Pan y el Vino, como una muestra de acción de gracias con Jesús. Cantemos.
Comunión
Ahora vayamos a compartir el cuerpo misterioso y pascual de Jesús. Cantando nos acercamos a comulgar.
Final
Fortalecidos y animados por la celebración que finalizamos, vayamos ahora a vivir nuestra vida siendo agradecidos con Dios, sabiendo que él siempre está de nuestro lado y nos acompaña.
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