LOS DOS ADMINISTRADORES
Por Ángel Gómez Escorial
1.- Siempre ha extrañado este evangelio de Lucas que hemos escuchado hoy. El ingenio tramposo del administrador no parece apropiado para la línea de pensamiento que muchos –en todos los tiempos—han querido adivinar en Jesús. No es honradez, precisamente lo que demuestra ese empleado. Pero, bajo mi punto de vista, creo que a este administrador hay que medirle con otro rasero y compararle con el que nos refiere Mateo en su capítulo 18, versículos 23 al 34. Es aquel siervo que tras habérsele perdonado una deuda de muchos millones de euros, no quiso perdonar –maltratándole físicamente—a un deudor propio que le debía poco más de 100 euros. Ciertamente, Jesús, en el evangelio de San Mateo, explica esta parábola al hilo del perdón, del necesario perdón a todos y en todas las ocasiones. El administrador de Lucas, 16, 1-3, también obtiene el perdón de una muy mala administración, aunque llegara a obtenerlo con inteligencia. El único que perdía era el más rico, el amo, el que lo tiene todo y puede perdonar lo que quiera. Sus deudores se ven beneficiados por el “descuento” realizado por el administrador y, sin duda, se lo agradecerán en el futuro. Pero el administrador de Mateo, 18, 23-34, no valora el beneficio de un perdón por valor de muchos millones y exige con violencia, como avaro que es, una cantidad ridícula en comparación con la se le ha perdonado a él.
2.- Jesús de Nazaret tiene una forma de pensar muy alejada de lo convencional, de lo que suele estar bien entre la mayoría. Además no tiene nada, ni quiere tenerlo. Avisa en muchas partes del relato evangélico que el dinero es peligroso y que la avaricia es una especie de idolatría. El mayor pecado que podía cometer un judío era ser idólatra, adorar a los ídolos que no ven, ni oyen, y no hacerlo ante el Dios vivo. Tampoco Jesús quiere convertirse en árbitro del reparto de una herencia. Se entristece, asimismo, ante la “adicción” que tiene por el dinero aquel joven que quiere seguirle –y que Jesús miró con afecto y ternura—pero que no es capaz de librarse de la influencia de su fortuna. El administrador ingenioso adopta un cierto papel de reparto, las nuevas deudas acreditadas son mucho menores y van dirigidas, obviamente, a quienes no han podido pagar hasta entonces, sin duda por no tener o estar más necesitados que el amo. El Señor define, además, el dinero adeudado como injusto es clara alusión a que pocas veces las grandes fortunas proceden de procederes justos.
3.- Es en, cualquiera de los casos, esas últimas palabras del Evangelio de Lucas donde Jesús explica su valoración del dinero y de donde nosotros tenemos que aprender. Y así en el caso del administrador que nos describe San Lucas pues también se puede pensar que el dinero del amo fuera injusto y ganado con “facilidad”, porque nadie perdona 100 millones de euros –más de 130 millones de dólares—si se han obtenido con mucho esfuerzo, aunque sea una enorme cantidad. Jesús ha vuelto a burlarse del dinero y de los que lo poseen. Y quiere dar ejemplos que devalúan el poder y el valor del dinero. De ahí que bien pueda verse una relación entre los dos administradores citados.
4.- Y si recordamos lo dramático que conlleva la narración del fragmento ya aludido de Mateo con la historia del administrador cruel y avaro. No menos podemos dejar de observar la dureza de lo que el Profeta Amos nos ha contado hoy en la primera lectura. Es una advertencia a los explotadores, a los defraudadores, a quienes abusan de la pobreza de los más pobres para explotarlos y aprovecharse de su indigencia. Amos dice que el Señor Dios no olvidará jamás esa mala conducta. Y este aspecto –insisto muy dramático—nos recuerda a un párrafo de casi al final de la Carta de Santiago (Sant. 5, 1-6) donde se condena, con enorme dureza, a los empresarios que estafan y esclavizan a los trabajadores. De hecho el que estafa, roba, oprime económicamente lo hace por avaricia, por tener más dinero que le corresponde, utilizando la fuerza para conseguirlo. Ya Amos se adelantaba más de 700 años al juicio del Apóstol Santiago, pero estando éste último influenciado –como no podía ser de otra forma—por el pensamiento de Jesús de Nazaret.
5.- Por tanto la enseñanza de hoy está muy clara y no permite equívocos. La adoración del dinero es un vicio muy duro. La gente cambia hasta de humor cuando se dedica solo a pensar en su dinero. Yo mismo he podido advertir en algún amigo que entregado solo a ganar dinero, ha dejado de tener amor por el gente, incluso por su gente y su familia. Hemos de tener cuidado con obsesionarnos por el dinero. Hemos de ir por la vida ligeros de equipaje y admitir el dinero como un instrumento para vivir adecuadamente. Pero, desgraciadamente, hay muchos adoradores del dinero, incluso entre los pobres, entre algunos pobres.
6.- Merece la pena, por otra parte, glosar el fragmento que de la Primera Carta a Timoteo aparece en nuestra segunda lectura de hoy. Ha sido la base, durante siglos, para confeccionar las preces de nuestras Eucaristías. Las oraciones de los fieles siguen conservando la estructura de este discurso de Pablo en su comunicación a sus discípulo Timoteo. Hay que rezar todos por todos y, además, insistentemente. Y, también, por el “emperador”, por los gobernantes para que su buena gestión nos haga vivir en paz y sin perturbaciones que estorbaran el ejercicio de nuestra fe. Como se sabe las lecturas litúrgicas de cada domingo están sabiamente relacionadas para ofrecer una enseñanza coherente y eficaz. La invocación de Pablo para orar por todos no es, para nada, un desajuste respecto al consejo importante de no poder el corazón en el dinero. Al contrario, cuando rezamos por los gobernantes, por los responsables políticos o administrativos lo que estamos pidiendo es que todos ellos sean excelentes seguidores de Jesús de Nazaret y no detentadores del poder y de la jerarquía para su beneficio personal o de solo unos pocos. Lo que pedimos es que sean dignos, honrados y creadores de situaciones aprovechables para el bien común. E, incluso, cuando en la oración de los fieles pedimos por el Papa y los Obispos elevamos nuestra oración para algo igual: que ellos sean fieles a la doctrina de Jesús y sepan llevar a su pueblo por el camino que el Maestro señaló. La avaricia, la vanagloria por el poder, la ausencia de humildad no tienen nada que ver con lo que Cristo dice. Por eso, uno de los títulos del Papa más cristiano es aquel dice que “es el servidor de los siervos de Dios”, el último para ser primero en el Reino.
En fin, reflexiones hoy sobre la pobreza que necesitamos en nuestras vidas y que a veces no es solo de falta de dinero, también de ausencia de soberbia o de dificultad para servir a los demás. Jesús no tenía donde recostar la cabeza, pero nadie de los que acudían a Él salían con las manos vacías. Confiemos en Jesús y lo demás que necesitamos se nos dará por añadidura
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