Por José María Martín OSA
1.- ¿Hay todavía fe en el mundo? Las tres lecturas de este domingo tienen como tema central "la fe". ¿Qué es tener fe? Para muchos, fe es creer lo que no vemos con nuestros ojos. Pero ésta no es una respuesta adecuada para el significado de la fe para el cristiano. Fe es poner nuestra confianza en alguien del que nos fiamos porque nos ha dado pruebas de su amor. El garante de nuestra fe es Jesús de Nazaret, el Cristo. ¿Por qué ahora hay menos fe en Dios? Según los estudios de la "Fundación Santa María" la creencia en Dios en España es reconocida sólo por el 55 % de los jóvenes, 10 puntos por debajo del nivel de 1999. La mayor parte de estos jóvenes creen en "el Dios revelado por Jesucristo". Otros muchos aceptan concepciones o ideas de Dios menos cristianas, pero de hecho "sólo" el 28 % de los jóvenes españoles niegan clarísimamente la existencia de Dios. Hay que añadir también un 17 % de indiferentes. La práctica dominical de los jóvenes no llega al 5 %, cuando en 1999 era del 12 %. Hay otros jóvenes que asisten alguna vez al mes, o en las grandes festividades. Es una triste realidad, pues, según las conclusiones del sociólogo González Anleo, puede pensarse que los jóvenes están rechazando no tanto el mensaje --"la existencia de Dios"--, como el mensajero --"la Iglesia"-- En otros países del mundo, sin embargo, es frecuente ver muchos jóvenes en la Iglesia, jóvenes comprometidos que celebran su fe con alegría. Jesús de Nazaret sigue convenciendo, pero la religión tiene una mínima importancia en la vida de muchos jóvenes de la vieja Europa. Estos datos deben hacernos reflexionar...
2.- ¿Hasta cuándo? En el Salmo 94 se nos invita a escuchar la voz del Señor. ¿No será la cerrazón de nuestros oídos lo que nos impide tener una experiencia auténtica de Jesucristo? El injusto denunciado por el profeta Habacuc es el rey Joaquín, que se ha apartado del camino del Señor y se ha puesto en manos de los reyes extranjeros. El justo, en cambio, vive por la fe. Es el "resto de Israel" que ha puesto su confianza en el Señor. Su vida depende de Aquél en quien ha puesto su confianza. Por eso, podemos decir con la versión de los LXX que "el justo vivirá por mi fidelidad". El grito de habacuc -"¿Hasta cuándo?"- es el mismo de tantas personas que dudan de Dios a causa de la existencia del mal. El profeta obtiene la respuesta: la fe no se alimenta de seguridades, explicaciones, verificaciones inmediatas, sino de esperas interminables. Dios está por encima de nuestros cálculos. Dios se hace esperar, pero nos invita a confiar en El. Jesús nos mostró cómo había venido a luchar contra el mal: cura a los enfermos, resucita a los muertos, perdona a los pecadores.... De una cosa estamos seguros: Dios no quiere el mal, si lo permite será para preservar un bien mayor, que es nuestra libertad y nuestra capacidad de acción. Una vez leí el testimonio de un hombre que se encontró en la calle con una pobre chiquilla muerta de hambre y de frío y le pidió a Dios explicaciones de por qué no hacía nada para solucionar esta injusticia. Y escuchó la voz de Dios que le dijo: "Claro que he hecho algo, te he hecho a ti".
3.- Dar testimonio de nuestra fe Otra cualidad importante de la fe es la perseverancia. A ella invita San pablo en la Carta a Timoteo: hay que tomar parte en los duros trabajos del Evangelio. La fe no es para guardarla para nosotros mismos, sino para comunicarla con nuestro testimonio valiente. La fe nos apremia al trabajo realizado como "siervos inútiles". Nosotros debemos asemejarnos al siervo que trabaja con empeño, amor y humildad. Después de que ha realizado su misión reconoce que no ha hecho sino simplemente cumplir con su "deber". La relación con Dios está bajo el signo de la gratuidad y no bajo el signo de un contrato. A la gratuidad del amor de Dios debe responder el hombre con una dedicación apasionada, humilde y diligente, sin reivindicaciones farisaicas. El testimonio de la fe es más convincente en los llamados, sin connotación peyorativa, "siervos inútiles". Son los cristianos de a pié, los que silenciosamente, dan a entender que merece la pena seguir a Jesús de Nazaret. Siempre desde la libertad y el gozo que produce la vivencia de nuestra fe. ¿Es esto lo que esperan los jóvenes de nosotros?
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