08 septiembre 2022

La Misa del domingo 11 de septiembre

Domingo 24o del TOC

11 de septiembre de 2022

Subrayados de la Palabra

• 1a lectura (Ex 32, 7-11. 13-14): «Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: "¿Por qué, Señor, se va a

encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tussiervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: "Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre"».

• 2a lectura (1 Tim 1, 12-17): «Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía».

• Evangelio (Lc 15, 1-32): «Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».

Ecos de la Palabra para jóvenes y comunidades

• Más que huir de la propia responsabilidad, este par maravilloso de amigos quiere afianzar el vínculo que une al otro con el problema que ambos tienen. Dios le habla a Moisés despertando el dolor por lo que hace el rebaño de Israel; Moisés le habla a Dios despertando su amor y el celo por su gloria, que ha quedado mermada por la idolatría de los israelitas.

• La carta a Timoteo es un canto a la misericordia de Dios que está siempre pronto a perdonar y que, una vez que el apóstol recobra su conciencia apostólica se le confían responsabilidades.

• Si la carta a Timoteo nos habla de un Dios que "renuncia" a castigar, el evangelio va más allá al mostrarnos un Dios que se goza en perdonar. Detrás de la alegría de la mujer que encuentra su moneda o de aquel pastor que recupera su oveja está siempre la alegría de Dios que se goza rehaciendo y reconstruyendo de forma admirable a sus hijos.

Proyecto de homilía

El libro del Éxodo nos presenta a un pueblo caprichoso que había visto el poder de Dios en las 10 plagas, habían atravesado el mar rojo, habían sido alimentados desde cielo con el maná, con aves y su sed había sido satisfecha con agua de Dios, además una nube les cubría de día y de noche una columna de fuego les guiaba, era Dios al cuidado de su pueblo. “Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos...” (Ex 20:18) Sin embargo el temor había pasado, se habían acostumbrado a ver todo esto, su asombro por las cosas de Dios había dejado de actuar, sus ojos ahora no miraban hacia arriba, sino hacia abajo, y sus oídos estaban cerrados. No obstante, Moisés pleitea con el Señor para obtener misericordia delante de su pueblo querido. Dios y sus profetas nunca abandonan al pueblo necesitado.

Las dos cartas a Timoteo y la carta a Tito se suelen llamar "cartas pastorales" y se presentan como instrucciones de Pablo a sus más íntimos colaboradores. Por su vocabulario y mentalidad difieren fuertemente de las auténticas cartas de Pablo, por lo que se tiene por muy probable que hayan sido redactadas por discípulos de Pablo (escuela paulina).

En este fragmento nos interesa sobre todo la confesión de Pablo sobre su propia historia. Él, perseguidor violento y engreído, se ve elegido por Dios, como un indicio de perdón y de elección gratuita. Este sentimiento es el que mueve todo su trabajo apostólico y se traduce en un profundo agradecimiento. 

El evangelio recoge tres parábolas y en todas queda reflejado el amor de Dios por sus criaturas. Ante las críticas de los fariseos y escribas que no ven con buenos ojos la relación de Jesús con los pecadores, Él que conoce bien a Dios, no se esconde, si no que con valentía les habla de cómo se comporta con sus hijos un buen padre. En la primera parábola vemos cómo el pastor conoce y ama a sus ovejas y sale en busca de la que se marcha. En la segunda parábola se refleja (a través de la moneda) la alegría de encontrar algo y cómo esa alegría se comparte con los más cercanos. Por último, nos relata la parábola del Hijo Pródigo, que refleja la quintaesencia del amor evangélico. Con estas parábolas, Jesús nos recuerda la confianza, el amor y el abrazo que nunca hemos perdido, por mucho que nos hayamos alejado del Padre.

Hoy la Iglesia quiere recordarnos la misericordia y el gran amor que Dios nos tiene. Si en el Antiguo Testamento, por intercesión de Moisés, Dios mostró su misericordia, hoy, en la persona de Cristo, vemos el amor infinito de Dios que nos busca siempre para darnos vida y vida en abundancia. El ser humano debe recrearse en la imagen de Dios, que es, entre otras cosas, un Dios perdonador, pródigo en amor. Sigamos celebrando el misterio de la misericordia divina en nuestra eucaristía.

(Salesianos)

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