Corramos con constancia la carrera que se nos presenta, fijos nuestros ojos en el promotor y consumador de nuestra fe: Jesús (Heb 12, 2).
Fijos los ojos en Jesús
La carta a los Hebreos se dirige a una comunidad oprimida, con el fin de estimularla a perseverar en el duro combate de la fe. La victoria sólo se alcanza tras dura lucha. Y como modelo supremo de la fe constante, paciente y tolerante, debe presentarse a los ojos de los luchadores fatigados la imagen de Jesús crucificado. Él es el consumador de la fe, porque con su muerte realizó y convirtió en realidad tangible la promesa hecha a la fe. Es el modo de vida de quien quiere ser coherente. Por eso, Jesús no nos deja en paz: me cuestiona sin cesar, tiene palabras admirables que me llegan a lo más íntimo, pero también otras que me irritan, que me molestan, que no entiendo.
¡Jesús es un Hombre de fe, un creyente fiel!
Sin Él sería vano todo: marchar, correr, luchar, nunca se llegaría a la meta. Jesús es la razón de que sea posible la fe, y es también el garante de que tal fe no quede en el vacío. Jesús sólo pudo y puede ser consumador de la fe porque él mismo es a la vez su promotor, es decir, su iniciador e instigador. Con su ejemplo nos mostró cómo el oprobio y la ignominia, la cruz y la muerte conducen al gozo y gloria eterna. Jesús trabaja con paradojas: al que ha fracasado en su itinerario personal, le da ánimos para fiarse de Dios y le asegura que está muy cerca de Él. En cambio, al que se ha aventurado en el camino espiritual, no le deja en paz nunca.
La fe, como “relación existencial” con Jesús, no puede ser nunca neutral
Más bien es provocativa. Su palabra y su vida nos pone en crisis. No he venido a traer paz sino división. (Lc 12,51). Esto significa que vivir la fe no es decorar la vida con un poco de religión. ¿Creéis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. (Lc 12, 51). ¿Qué quiso decir Jesús con la palabra división? No incitó a la desunión y discordia, sino que fue ocasión para que las personas, frente a Él se definiesen en su misión. Cuando Jesús hablaba, unos se ponían a favor y otros en contra. Jesús provocaba a la gente y eso ocasionaba el rechazo de muchos, que se negaban a aceptar la provocación.
La fe como “combate”, tiene a Jesús como modelo, iniciador y consumador
Tuvo que luchar, porque era humano, aunque fuera Dios. La fe es imprescindible para vivir, para dar sentido a la vida. Pero la fe no es aceptar fórmulas, sino que es un combate entre la vida y la muerte. Jesús no hubiera dado su vida por nosotros, si no hubiera sido un gran creyente. No era un Dios que se pasea por la tierra, sino un creyente verdadero, capaz de Dios en su vida hasta la consumación de todo. En Getsemaní mantuvo ese combate de la fe que le llevará a la victoria
Jesús provoca y compromete con sus palabras
De tal manera que cada persona se tiene que decidir por El o contra El, para que cada uno se decida a seguir el camino que Dios le ha señalado. Jesús nos quiso poner en guardia: seguirlo, podía llegar a dividir y a romper incluso a las familias. Para Él era importante que cada uno decidiese por su cuenta y no se dejase llevar por un falso respeto a los demás. Cada uno por sí mismo ha de tomar la decisión fundamental sobre su vida. Lo que cuenta es vivir la propia vida en coherencia de fe.
Conclusión
Dos imágenes para discernir hoy nuestra fe: “Fuego y División”.Con ellas, Jesús nos provoca para que busquemos nuestro propio camino hacia Dios, y seguirlo será siempre un desafío. Las imágenes de Fuego y División, nos ayudan a cambiar.
a) El fuego de Jesús. ¡He venido a arrojar fuego sobre la tierra, y cuanto desearía que ya hubiera prendido! (Lc 12,49ss). El que está cerca de mi está cerca del fuego. El que está lejos de mi está lejos del reino. (Evangelio Apócrifo). ¿Cuál es este fuego que Cristo quiere poner en la tierra?: Su Misión: La Pasión por Dios y la Compasión por los que sufren. Sin este fuego, la vida cristiana termina extinguiéndose. El gran pecado de los cristianos será siempre dejar que este fuego de Jesús se vaya apagando. ¿Para qué sirve una iglesia de cristianos instalados cómodamente, sin pasión alguna por Dios y sin compasión por los que sufren?
b) División de Jesús. La entrada de Jesús en la historia provoca una subversión radical, porque él es un signo de contradicción, como dijo Simeón. Con su persona, su vida y su doctrina, ha traído la guerra al mundo. Ha llegado el momento de las decisiones. No cabe la neutralidad. La decisión en pro o en contra de Jesús romperá la paz hasta en el seno mismo de las familias. Urge la división para que las personas puedan encontrar una paz digna de tal nombre. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué tienen que ver con su vida y misión? ¿Qué palabras de Jesús no me dejan en paz? ¿Cuáles me irritan? ¿Qué retos encuentro en esas palabras incómodas de Jesús?
Señor Jesús, somos débiles. En tiempos de dificultad tenemos miedo. Nos encerramos en nosotros mismos. Pero tú eres nuestra riqueza en las debilidades que sentimos. Eres luz para nuestros ojos empañados. Eres sabiduría y fortaleza en nuestro caminar indeciso. Eres esperanza para nuestra misión cristiana. Compártenos tu Espíritu para que el testimonio de los creyentes verdaderos sea lo que cuestione este mundo incrédulo
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