MONICIÓN DE ENTRADA
¡Bienvenidos, hermanos y amigos! Nos sentimos felices de que estén aquí con nosotros, y les deseamos paz y alegría de parte del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Estamos en el Domingo Veintidós del Tiempo Ordinario. La Liturgia de la Palabra de hoy se centra en el tema de la humildad, tema que siempre encuentra muchos simpatizantes pero pocos practicantes auténticos. Normalmente deseamos que los demás sean humildes ante nosotros, pero nosotros continuamente estamos preocupados con nuestra imagen y prestigio, deseosos de ocupar lugares importantes. Y no hay nada que nos separe más de Dios que nuestra pretensión de autoglorificación. El núcleo de la humildad consiste en aceptar con paz el lugar que Dios nos da en la vida.
Seguros de la presencia del Resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie y demos gracias a Dios Padre por este banquete de amor.
MONICIÓN PRIMERA LECTURA ( Eclesiástico 3,19-21.30-31)
La sabiduría del Antiguo Testamento condena todo brote de orgullo y enseña que la verdadera grandeza se revela en la humildad con que el hombre se abre a la sabiduría. Escuchemos…
PRIMERA LECTURA
Hazte pequeño y alcanzarás el favor de Dios
Lectura del libro de Sirácida 3, 17-18. 20. 28-29
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad
y te querrán más que al hombre generoso.
Hazte pequeño en las grandezas humanas,
y alcanzarás el favor de Dios;
porque es grande la misericordia de Dios,
y revela sus secretos a los humildes.
No corras a curar la herida del cínico,
pues no tiene cura,
es brote de mala planta.
El sabio aprecia las sentencias de los sabios,
el oído atento a la sabiduría se alegrará.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 67, 4-5ac. 6-7ab. 10-11 (R.: cf. 11b)
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor;
su nombre es el Señor. R.
Padre de huérfanos,
protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R.
Derramaste en tu heredad,
oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R.
MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (Hebreos 12,18-19.22-24
La Segunda Lectura nos presenta el contraste entre las portentosas manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento y su humilde manifestación en Cristo Jesús. El culto hebraico, celebrado con esplendor, presentaba a un Dios distante y temible; el culto cristiano, marcado por la simplicidad, nos presenta a un Dios cercano y humilde. Escuchemos…
SEGUNDA LECTURA
Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19. 22-24a
Hermanos:
Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando.
Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la Nueva Alianza, Jesús.
Palabra de Dios.
MONICIÓN EVANGELIO (Lucas14,1.7-14)
Observando el comportamiento de las personas durante un banquete, Jesús nos enseña hoy – con dos parábolas – en qué consiste la humildad en la vida práctica. Abramos los oídos, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para acoger el Santo Evangelio.
Aleluya Mt 11, 29ab
Cargad con mi yugo y aprended de mí
—dice el Señor—,
que soy manso y humilde de corazón.
EVANGELIO
El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1. 7-14
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:
—«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá:
«Cédele el puesto a éste».
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: «Amigo, sube más arriba».
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Y dijo al que lo había invitado:
—«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos».
Palabra del Señor.
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