30 agosto 2022

Liturgia: 4 DE SEPTIEMBRE DE 2022 DOMINGO 23 DEL TIEMPO ORDINARIO «C»

 R I T O S    I N I C I A L E S


CANTO DE ENTRADA.

Vamos cantando al Señor: Él es nuestra alegría.

 

La roca que nos salva es Cristo, nuestro Dios; lleguemos dando gracias a nuestro Redentor.

 

Unidos como hermanos, venimos a tu altar, que llenes nuestras vidas de amor y de amistad.

 

SALUDO Y  MONICIÓN. 


ACTO PENITENCIAL.


GLORIA.


ORACIÓN COLECTA.


LITURGIA DE LA PALABRA


PRIMERA LECTURA.

Lectura del libro  de la Sabiduría 9, 13-18. 

 

¿Qué hombre conocerá el designio de Dios? o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere?

Los pensamientos de los mortales son frágiles e inseguros nuestros razonamientos, porque el cuerpo mortal oprime el alma y esta tienda terrena abruma la mente pensativa.

Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance, ¿quién rastreará lo que está en el cielo?, ¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría y le envías tu santo espíritu desde lo alto?

Así se enderezaron las sendas de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te agrada, y se salvaron por la sabiduría. 

     PALABRA DE DIOS


SALMO RESPONSORIAL. Salmo 89.

Antífona: Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

 

Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»  Mil años en tu presencia son un ayer que pasó; una vela nocturna.

 

Si tú los retiras son como un sueño, como hierba que se renueva que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca.

 

Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato.  Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos.

 

Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo.  Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. Si, haga prósperas las obras de nuestras manos. 


SEGUNDA LECTURA.

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a Filemón  9b-10. 12-17.

 

Querido hermano:  

Yo, Pablo, anciano, y ahora prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien engendré en la prisión. Te lo envío como a hijo.

Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en nombre tuyo en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo: así me harás este favor, no a la fuerza, sino con toda  libertad.

Quizás se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano querido, que si lo es mucho para mí, cuánto más para ti, humanamente y en el Señor.

Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí.  

PALABRA DE DIOS


ALELUYA.

Antífona: Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus decretos.


EVANGELIO.  

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 25-33.

 

En aquél tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.

Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran diciendo: ´´Este hombre empezó a construir y no pudo acabar.``

¿O qué rey, si va a dar batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?

Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.» 

PALABRA DEL SEÑOR


HOMILÍA.


CREDO. 


ORACIÓN DE LOS FIELES.


LITURGIA EUCARÍSTICA


OFERTORIO.

Canto: 

Te presentamos el vino y el pan, bendito seas por siempre, Señor.

 

Bendito seas, Señor, por este pan que nos diste, fruto de la tierra y del trabajo de los hombres.

 

Bendito seas, Señor, el vino tú nos lo diste, fruto de la vid y del trabajo de los hombres. 

  

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.


PREFACIO Y SANTO.


PLEGARIA EUCARÍSTICA.


RITO DE LA COMUNIÓN


PADRE NUESTRO.


RITO DE LA PAZ.


CORDERO DE DIOS.


COMUNIÓN.

Canto:

Que detalle, Señor, has tenido conmigo.  Cuando me llamaste, cuando me elegiste, cuando me dijiste que tú eras mi amigo.  Que detalle, Señor, has tenido conmigo. 

 

Te acercaste a mi puerta, pronunciaste mi nombre. Yo temblando, te dije: «Aquí estoy Señor». Tú me hablaste de un reino, de un tesoro escondido, de un mensaje fraterno que encendió mi ilusión.

 

Yo dejé casa y pueblo por seguir tu aventura. Codo a codo contigo comencé a caminar. Han pasado los años y, aunque aprieta el cansancio, paso a paso te sigo sin mirar hacia atrás.

 

¡Qué alegría yo siento cuando digo tu nombre! ¡Que sosiego me inunda cuando oigo tu voz! ¡Qué emoción me estremece cuando escucho en silencio tu palabra que aviva mi silencio interior!

  

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.


Gracias, Señor, por la fuerza que nos da este encuentro contigo. 

 

Somos muchos los que también hoy te acompañamos, pero quedamos perplejos y desconcertados ante las exigencias que nos haces para seguirte de verdad. 

 

Ayúdanos a discernir con claridad lo que es importante y lo que es secundario en nuestra vida.  

 

Ayúdanos a poner nuestro corazón en valores cuya cotización es eterna.

 

Gracias, Señor, porque aunque la cruz de cada día es pesada y el camino para seguirte duro, tú nunca nos dejas solos.


 ORACIÓN.


RITO DE CONCLUSIÓN.


BENDICIÓN Y DESPEDIDA.


Canto.

Id amigos por el mundo, anunciando el amor, mensajeros de la vida, de la paz y el perdón, sed amigos, los testigos de mi resurrección, id llevando mi presencia, con vosotros estoy. 

 


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