JESÚS QUIERE REUNIRNOS A TODOS
Por José María Martín OSA
1.- "Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua". Este el proyecto de Dios: reunir a todos los hombres en Cristo, que será "todo para todos". Tener confianza en Dios es entrar en este inmenso esfuerzo de reunión universal en el que "Alabarán a Dios todas las naciones" (Salmo 116). Los mensajeros de Dios anunciarán su gloria entre las naciones, unos en el seno de su familia, otros en su trabajo y en sus relaciones con los demás. ¿Qué es anunciar el Evangelio? ¿No será permitir que cada uno alabe a Dios, le festeje y le honre como el Dios que ama y que salva?
2. - "Dios os trata como a hijos". Nos dice la Carta a los Hebreos que debemos aceptar la corrección de Dios, como Padre bueno que quiere el bien de sus hijos y por eso les muestra el buen camino. No es un padre paternalista. Hemos comprendido cada vez mejor a partir de Jesús que el verdadero padre no es el que tiene un poder de vida y de muerte sobre su hijo, sino aquél que le hace existir plenamente. El sufrimiento no es siempre un castigo natural, ni una prueba o test de valor, sino una ocasión de ir más lejos. Dios nos lleva de su mano, nos va soltando poco a poco, pero siempre está pendiente de nosotros.
Quiere que seamos nosotros los que aprendamos y nos realicemos como personas. De lo contrario seríamos siempre niños. En el mundo judío los acontecimientos estaban relacionados con el cielo: unos eran la ocasión de dar gracias, otros eran considerados como pruebas. En un principio Dios intervenía como causa del sufrimiento para castigar, para atestiguar o para verificar la calidad de la confianza como en el caso de Job. Con el tiempo y la reflexión la revelación divina les hizo entender que el hombre dolorido podía ser un justo. Entonces la prueba fue considerada como un signo de la educación paternal de Dios. Este es el sentido que quiere dar a la prueba el autor de la Carta a los Hebreos: "Quien bien te quiere, te hará llorar". Sin embargo, para Jesús el sufrimiento no es un castigo enviado por Dios, ni tampoco un acto de educación. Es, sobre todo, una ocasión que hay que aprovechar para amar más, para acercarnos más a Dios.3. - "Hay últimos que serán primeros....". Nos advierte Jesús de nuestra falsa seguridad. Jesús habla de "puerta estrecha", de que no vale decir "hemos comido y bebido contigo". Suenan muy duras las palabras de este evangelio "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados". Puestas en boca del dueño de la casa son temibles. Podemos decir que no somos de los de Cristo sólo por el hecho de estar bautizados, sino porque hemos optado por El, hemos decidido seguirle y por eso le conocemos. No le conocen aquellos que no siguen los criterios del Evangelio: aquellos que practican la violencia, que dejan morirse a sus hermanos de hambre, que explotan a su prójimo, que no son capaces de perdonar. No le conocen a El, y tampoco El puede reconocerles entre los suyos. La puerta es estrecha porque vivir el Evangelio es tarea difícil y comprometida. Pero esta puerta está siempre abierta...... En todo momento podemos volver sobre nuestros pasos para entrar por ella. Sólo podremos pasar si nos convertirnos a Cristo y a su Evangelio. Habrá muchos que practican el Evangelio aunque no lleven el nombre de cristianos. El Bautismo por sí mismo no es un salvoconducto, es necesario responder con nuestra obras. Por ello puede sorprendernos que "los que no son de los nuestros" nos tomen la delantera en el reino de los cielos. Los últimos de este mundo serán los primeros: los pobres, oprimidos, rechazados, desterrados, aquellos que tienen un corazón abierto a los demás pueden ser los primeros. ¿Serán muchos, o serán pocos los que se salven? San Pablo dirá que "Dios quiere que todo los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad". Jesús no nos dice el número ni el tanto por ciento, sólo nos muestra el camino para llegar a la salvación. Son las cosas de Jesús...
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