“Cédele el puesto a este” (Lc 14,1.7-14)
Los santos siempre se han propuesto escoger los últimos puestos, los más desagradables, los que nadie quiere porque no brillan, no son de color fosforito, los que pasan desapercibidos a las consideraciones de los hombres aunque ahora son nuestras lumbreras en el Cielo. Santa Bernardita nos dice que ella era una simple escoba que cogió la Virgen y que luego quedo olvidada detrás de la puerta. Y Santa Teresita que no se veía capaz para el sufrimiento, nos dice que se apasiono por el olvido, por ser la última en el baúl de los recuerdos. Los santos aprendieron de Jesús este último puesto, “despreciable, desecho de los hombres”, que nos dice Isaías, que paso haciendo el bien y que ahora sigue escondido y olvidado en los sagrarios, sigue ocupando el último puesto.
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