01 julio 2022

DOMINGO CATORCE (Lc.10,1-12.17-20).

 DOMINGO CATORCE

DOMINGO CATORCE (Lc.10,1-12.17-20).

“Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor”
(Saint-Exupery).

1.- Si hay algo en el mundo que todos desearíamos tener y gozar, es el don de la paz.
La paz es el pan con el que todos quisiéramos estar alimentados.
Ya lo decía el gran poeta mejicano Amado Nervo:
“Hay algo tan necesario como el pan de cada día, y es la paz de cada día; la paz sin la cual el mismo pan es amargo.”
- El evangelio de hoy (Lc.10,1-12) viene a recordarnos que una de las misiones principales de la Iglesia es ser misionera de la paz.
- Jesús lo dice bien claro a sus discípulos:
“Id a todos los pueblos...Poneos en camino… en la casa que entréis decid primero: “PAZ A ESTA CASA”... El Reino de Dios está cerca” (Lc.10,1-9).
- La Buena Noticia que NUNCA debe dejar la Iglesia de predicar es la paz.
+ Nuestro Padre Dios es el “DIOS DE LA PAZ”, como dice San Pablo (Rom.15,33) y LO QUE DESEA para nosotros, sus hijos, es darnos “la paz por medio de su Hijo Jesucristo” (Hech.10,36).
+ Nuestro hermano mayor, JESÚS, es el “príncipe de la paz”, como lo anunciaba Isaías (Is.9,5).
Él ha venido a darnos la Buena Noticia de la paz (Efes.2,17), paz que es “muy distinta a la paz de este mundo” (Jn.14,27).
+ El Espíritu, que es el gran don del Padre y del Hijo, es “Espíritu de paz” (Rom.8,6) y su fruto es la presencia de la paz (Galat.5,22).
- El DON DE DIOS para todos los hombres es el don de la paz y Dios ha puesto en las manos de la Iglesia el brindar ese don a todos los hombres de todo el mundo.

2.- Proclamar a los hombres la paz NO ES:
+ Adormecer a los pueblos y a sus gentes para que no se alteren ante las injusticias, la corrupción, la inseguridad y la opresión en que están sumergidos.
+ Calmar los nervios de la gente para que no se altere por los males que causan las estructuras que no funcionan.
+ Hacernos indiferentes ante toda falsedad, engaño y mentira, vengan de donde vengan.
+.- Esto no es paz, como ya lo decía el profeta JEREMÍAS:
“Desde el más pequeño al más grande, todos andan
buscando su propio provecho, y desde el sacerdote hasta
el profeta, son todos unos embusteros. Calman sólo a
medias la aflicción de mi pueblo y dicen: “paz, paz”,
siendo que no hay paz” (Jer.6,13-14).
+.- Quienes actúan así, dice ISAÍAS, “No conocen el camino
de la paz” (Is.59,8).
- PROCLAMAR LA PAZ ES:
+ Decir que la paz sólo es posible, si se hacen realidad los valores del Reino: Justicia, verdad, fraternidad...
Por eso, nos dice el SALMO que “la justicia y la paz se besan” (Sal.85,11).
+ Hacer posible que el pan se comparta, que haya trabajo para todos, salarios justos…
Como decía el Papa Juan Pablo II:
“La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad,”
+ Tomar conciencia de que la paz no es algo que se impone por la fuerza.
La paz es un fruto y el árbol que la produce es la justicia, como ya lo decía ISAÍAS: “La paz es el efecto de la justicia” (Is.32,17).
+ Vivir conforme la voluntad de Dios, como dice el Salmo:
“Mucha paz tienen los que aman tu ley” (Salm.119,165).

2.- Por eso, quienes trabajan por la paz, son “bienaventurados,” como nos dice Jesús en las bienaventuranzas (Mt.5,9). Y San Pablo dice:
“Bienaventurados los pies de los que van anunciando la paz” (Rom.10,15).
- Todos tenemos que poner un empeño especial para que en nuestro mundo, en nuestras familias, en cada uno de nosotros reine la paz.
+ La paz no podemos dejar de proclamarla y defenderla, pues traicionaríamos el mensaje de Jesús y nos traicionaríamos a nosotros mismos que estamos tan hambrientos de paz.
+ Proclamar la paz a los hombres es hacer posible que se vivan los valores que producen la verdadera paz.
Como dice el escritor francés SAINT-EXUPERY:
“Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor.”
- En el templo de la paz destruido en HIROSHIMA hay un escrito en el que se dice:
“El verdadero camino que conduce a la paz con Dios y con los hombres no es la mentira, sino la verdad; no es la venganza, sino la justicia; no es el odio, sino el amor”.
- Nuestro mayor orgullo debería ser, como decía SAN FRANCISCO DE ASÍS, ser siempre “instrumentos de la paz”.

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