02 abril 2022

DOMINGO 5º DE CUARESMA /C ALGO NUEVO

 ALGO NUEVO


“No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?” (Is 43,16-21).
Mediante ese oráculo divino, un profeta anónimo trata de ofrecer una palabra de esperanza a su pueblo, que está viviendo el drama de la deportación en Babilonia. El Dios que en el pasado lo liberó de Egipto puede ahora liberarlo de la nueva esclavitud.
Las gentes de Israel pueden entonar un canto de alegría y de gratitud por la misericordia que Dios les ha demostrado a lo largo de su historia: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” (Sal 125).
También san Pablo confiesa a los cristianos de Filipos que él ha considerado como basura su propio pasado de fiel fariseo, con tal de “ganar a Cristo y existir en él” (Flp 3,8-14).

UN MENSAJE PROFÉTICO

En el evangelio de este quinto domingo de Cuaresma se recuerda el episodio de la mujer adúltera (Jn 8,1-11). En él se hace presente el mensaje de Jesús sobre la misercordia.
A los escribas y farises no les importa la dignidad de la mujer. Ante Jesús recuerdan las prescripciones de la Ley. Pero lo hacen tan solo para desprestigiar a Jesús ante las gentes. Eso pretenden con su pregunta: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?” (Jn 8,6).
Si el Maestro dice que hay que apedrear a la mujer, lo acusarán de despiadado. Si dice que no ha de ser condenada, lo acusarán de despreciar la Ley de Moisés, que imponía la lapidación como pena por el adulterio (Lev 20,10; Dt 22,22-24). En ambos casos, Jesús se desacreditará como profeta.
Jesús parece ignorar la pregunta y se inclina para escribir algo en el suelo. Ese gesto del Maestro puede evocar las palabras de Jeremías: “Señor, esperanza de Israel, quienes te abandonan fracasan; quienes se apartan de ti quedan inscritos en el polvo por haber abandonado al Señor, la fuente de agua viva” (Jer 17,13). Los fariseos se han alejado del manantial de la vida.

LOS ACUSADORES Y LA ACUSADA

Pero Jesús es un profeta que denuncia el mal y anuncia la posibilidad del bien. De hecho, no se limita a escribir en la tierra, sino que pronuncia dos sentencias proféticas. Una va dirigida a los acusadores y la otra, a la acusada por ellos.
• “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra” (Jn 8,7). No tienen derecho a condenar a los pecadores los que tratan de olvidar o de esconder sus propios pecados. Los fariseos presumen de justos entre los hombres, pero su justicia está lejos de la misericordia de Dios. Condenan el pasado, pero no están abiertos al futuro.
• “Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más”. Los fariseos piensan que en aquella mujer no puede estar Dios. Sin embargo, Jesús sabe que nadie puede afirmar que en una persona concreta no puede estar Dios. La misericordia de Dios se ha hecho visible en Jesús.
- Señor Jesús, contigo se ha manifestado al mundo algo nuevo. Tú nos has revelado que Dios está siempre dispuesto a ofrecernos una segunda oportunidad. Ayúdanos tú a reconocer con humildad nuestras culpas, a pedir confiadamente perdón y misericordia y a ser misericordiosos con todos nuestros hermanos. Amén.

UN NUEVO CAMINO

“Anda, y en adelante no peques más”
(Jn 8,11)

Señor Jesús, recordando el episodio de la mujer acusada de adulterio, San Agustín subraya ese momento en el que sus acusadores se fueron alejando y la dejaron sola ante ti. Siempre me ha impresionado imaginarme esa situación. Para toda persona, llega la hora en la que se encuentra sola ante su propia conciencia.
En realidad, nadie puede atribuirse la autoridad para juzgar su propia causa. Nuestra conciencia no ha recibido el privilegio de ser creativa, como ahora se piensa. No es ella la que puede decidir los límites del bien y del mal. No puede ella señalar la calidad de nuestras acciones y omisiones.
Los creyentes estamos convencidos de estar siempre en la presencia de Dios, aunque lo olvidemos con excesiva frecuencia. Tus discípulos sabemos que nunca estamos totalmente solos. Encontrarnos a solas con nuestra conciencia equivale en realidad a encontrarnos en tu presencia.
“Yo tampoco te condeno, Anda, y en adelante no peques más”. Eso dijiste a aquella mujer. De pronto quedaron solas la misericordia y la necesitada de misericordia, es decir, la gracia y la naturaleza, la compasión y la culpa, el perdón y el pecado. La rechazada por los hombres se encontraba al fin con la acogida de Dios que en ti se le manifestaba.
Ellos solo tenían en cuenta un hecho que ya pertenecía al pasado. A ti te importaba el futuro de aquella mujer. A ellos les interesaba utilizar contra ti la Ley de Moisés. Pero tú recordabas la paciencia de Moisés para salvar a la persona. Ellos tenían en cuenta la caída. Tú la invitabas a levantarse. Y a emprender un camino nuevo.
“Anda, y en adelante no peques más”. Tus palabras sonaban con la música de un evangelio. Eran la buena noticia de la compasión y de la misericordia. A pesar de los siglos, siguen siendo un mensaje que resuena en el presente. Tus palabras me exhortan a caminar. Y hoy son para mí un mensaje de esperanza.

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