MONICIÓN DE ENTRADA
Sean bienvenidos a esta celebración, hermanos y amigos. Que el Señor se fije en cada uno de nosotros y nos colme de su amor y su paz..
En este Quinto Domingo de Cuaresma la Liturgia de la Palabra nos recuerda que cuando ya no tenemos a dónde escapar, cuando ya no tenemos salida Dios nos abre nuevos caminos de vida y nos presenta una segunda oportunidad. Dios Padre nos creó para la santidad. Él sabe cuán buenos podemos llegar a ser… Él sabe que sí es posible dejar de pecar. No nos detengamos a mirar el pasado. La vida no ha terminado todavía. Hoy Dios nos ofrece una nueva oportunidad. Ahora es cuando nuestra vida empieza de verdad.
Seguros de la presencia del Resucitado aquí y ahora entre nosotros, pongámonos de pie y celebremos con gozo el don de la vida nueva.
Moniciones y Lecturas
MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Isaías 43,16-21)
Basta ya de recuerdos tristes y añoranzas estériles. Escuchemos cómo van a ser las cosas de ahora en adelante… Tiene la palabra Isaías.
Primera Lectura Isaías 43,16-21
Lectura del Profeta Isaías
Palabra de Dios
Salmo Responsorial 125
MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (Filipenses 3,7-14)
Hemos sido llamados a la santidad. Hoy Pablo nos exhorta a olvidar nuestro pasado de pecado y a lanzarnos de lleno hacia esta meta: ser santos, no pecar más. Escuchemos con atención…
Segunda Lectura Carta a los Filipenses 3,8-14
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses
Hermanos:
Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía -la de la Ley-, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo. Y aunque poseo el premio, porque Cristo Jesús me lo ha entregado, hermanos, yo a mí mismo me considero como si aún no hubiera conseguido el premio.
Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba me llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios
MONICIÓN EVANGELIO (Juan 8,1-11)
¡Ojalá hubiera alguien que – enterado de nuestro pecado – siguiera creyendo en nuestra capacidad de santidad y nos tratara con infinito respeto! Hoy Jesús nos trae esta Buena Noticia: ese Alguien existe. Pongámonos de pie para escuchar su Palabra y apreciar cómo actúa.
Evangelio San Juan 8,1-11
+ Proclamación del santo Evangelio según San Juan
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los letrados y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
-Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en evidente adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú, ¿qué dices?
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
-El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, hasta el último.
Y quedó solo Jesús y la mujer en medio, de pie.
Jesús se incorporó y le preguntó:
-Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?
-Ella contestó:
-Ninguno, Señor.
Jesús dijo:
-Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.
Palabra del Señor
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