Introducción
Iniciados ya en la Cuaresma, este relato nos anuncia la pasión de Jesús. Al final del relato dice San Lucas que “se encontró Jesús solo”. ¿Qué nos viene a decir eso? Moisés y Elías representan, en la historia de la religión de Israel, la Ley y los Profetas, es decir, toda la historia bíblica. Por otra parte, el monte (Sal 2,6; Jer 2,20; Jn 4,20 s) simboliza el lugar privilegiado para dar culto a Dios, al tiempo que la nube es el símbolo de la presencia de Dios (Ex 13,21 s; 19,16-20; 1 Re 8,10-13; Mt 17,5; 1 Cor 10,1 s). Pues bien, al final todo esto desaparece. Y queda “Jesús solo”.
La historia del cristianismo es la muestra más patente de lo difícil que es asumir y aceptar que “sólo Jesús basta”. Hay gente que le da más importancia en su vida a la Ley, al lugar santo (templo), al culto religioso, a las imágenes, a los sacerdotes, a tal o cual representación... Pero no acabamos de aceptar que lo determinante es que sea Jesús, y su evangelio, la luz y el motor de nuestra vida.
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