• Jesús se dirige a los discípulos con la misma frase, la de versículo 39, que aplica a los fariseos en Mt 15,14. “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?”
• Con la expresión «ciego» (39), Jesús se refiere a la persona que no tiene la luz de la Palabra de Dios.
• «Guiar» (39) es una alusión directa a los que tendrán la misión de guiar a la comunidad cristiana, misión que consiste en transmitir esta luz de la Palabra de Dios.
• Toda persona está llamada a ser guía de la comunidad, por tanto, necesita dejarse llenar ella misma de la luz de la Palabra. Una Palabra que se ha hecho carne en Jesús (Jn 1,14). El guía tiene que llenarse de Jesucristo.
• Con la afirmación de que «un discípulo… cuando termine su aprendizaje, será como su maestro» (40), Jesús, que es el Maestro, está diciendo que nos quiere como Él mismo. Todos los discípulos estamos llamados a ser otro Cristo. Es la vocación que hemos recibido por el Bautismo y lo que ya somos por el Bautismo.
• «La mota y la viga» (42-43): la «viga», imagen de lo que nos impide «ver»: nos impide recibir la luz de la Palabra y descubrir el don de Jesús, la vocación. Nos impide ver al hermano correctamente y lo juzgamos. Sin la Palabra de Dios no nos vemos bien ni a nosotros mismos ni a los demás.
• La Palabra de Dios nos sitúa en la humildad de reconocer que las cualidades y virtudes, propias y de los demás, son don de Dios. Y la humildad de reconocer que de los defectos que vemos en los demás también nosotros participamos.
• El «árbol» (44): la persona enraizada en el corazón de Dios, en su Palabra, producirá las obras, «frutos», de Dios. Y no sólo las obras, también las palabras de su boca (45) serán expresión de la Palabra de Dios.
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