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La liturgia del domingo pasado nos refería la vocación del Profeta Jeremías. Las lecturas de esta celebración, quinto domingo del tiempo ordinario, nos presentan otra vocación y sus respuestas generosas a la invitación de Dios. La Iglesia necesita que cada uno de nosotros cumpla el compromiso de su vocación cristiana y seamos testigos fieles de Dios ante los hombres. Celebremos con profundo recogimiento y alegría el día del Señor. Pónganse de pie para que recibamos, cantando con entusiasmo, a los ministros de esta celebración.
Primera lectura: Isaías 6, 1-2a.3-8 (Vocación del profeta Isaías)
La misión de Isaías no será fácil porque deberá profetizar la ruina de Israel y Judá en castigo a sus infidelidades. Dios purifica los labios del profeta para que pueda cumplir su misión. Escuchemos con atención.
Segunda lectura: I Corintios 15, 1-11 (Evangelio de Pablo, que recuerda su vocación)
San Pablo, que se considera indigno y pecador, pero no ha defraudado la gracia que le ha sido concedida, explica cuál ha sido el contenido de su predicación. Que esta lectura ilumine nuestro diario actuar para no defraudar la gracia que Cristo nos da. Presten atención.
Tercera lectura: Lc. 5, 1-11 (Vocación de los cuatro primeros discípulos de Jesús)
La lectura del Evangelio de San Lucas nos refiere una pesca milagrosa. Pedro se confiesa pecador. En cambio el Señor llama a Pedro y a sus amigos para hacerlos pescadores de hombres. No importa lo que haya sido nuestra vida pasada, el Señor perdona y olvida. Pero exige una conversión auténtica. Nos quiere ahora santos a su servicio. De pie, por favor; cantemos el Aleluya, para luego escuchar la Buena Nueva.
Oración Universal:
- Por la Iglesia, santa y pecadora, purificada por el Espíritu de Dios y necesitada siempre de conversión, roguemos al Señor.
- Por los que admiran Jesús de Nazaret y no han descubierto en Él al Dios santo y misericordioso, que trasciende a todos y está cercano a nosotros, roguemos al Señor.
- Por los que trabajan, como los discípulos, pescando en el lago durante la noche: en la industria, en la tecnología, en los hospitales, en los servicios públicos, roguemos al Señor.
- Por nuestros hijos, para que como los discípulos, sepan descubrir a Jesús, lo sigan y lo anuncien con valentía, roguemos al Señor.
- Por nosotros, aquí reunidos; para que, acogiendo en nuestro corazón el Evangelio de Cristo, sintamos su fuerza liberadora, roguemos al Señor.
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 515)
Es justo bendecirte, Padre, porque, como a los apóstoles,
Cristo nos llamó por nuestro nombre a su seguimiento por la fe.
Por el bautismo tú nos has incorporado al cuerpo de Cristo
y nos has hecho templos del Espíritu y miembros de tu Iglesia.
¡Gracias, Señor! Es hermosa nuestra vocación cristiana,
pero es también vocación totalizante: en cuerpo y alma.
Ilumínanos, Señor, con el Espíritu de tu verdad,
para que entendamos qué es ser discípulo auténtico de Jesús.
Y haznos fuertes para testimoniar los valores del evangelio
en medio de un mundo que prefiere el desamor y la mentira.
Así demostraremos que te pertenecemos para siempre.
Amén.
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