01 febrero 2022

Celebrando la Palabra - V Domingo del Tiempo Ordinario (6 de febrero)

 Celebración del V Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 6 de febrero de 2022.

 

 

1. AMBIENTACIÓN

 

Cartel con uno de estos textos: “Aquí estoy; cuenta conmigo” o, “Pescadores de hombres”.

 

 

2. RITOS INICIALES

 

Monición de entrada. Bienvenidos, hermanas y hermanos. Acudimos a la celebración con el peso y el gozo de la vida, con la existencia cargada de proyectos e ilusiones, pero también frenada, en no pocas realizaciones. A pesar de todo, Dios cuenta con nosotros. Más aún, solicita nuestra colaboración desarrollando las actitudes que nos inspira su Palabra. Reavivemos la vocación y el compromiso, sabiendo responder a las llamadas que sentimos en nuestro interior.

Canto: (Nos envías por el mundo)

Saludo. Hermanos, alabemos juntos al Dios bueno, que nos llama a la misión.

Acto penitencial

Porque volvemos una y otra vez a las andadas, Señor ten piedad.

Porque hemos perdido el tiempo, Señor ten piedad.

Porque rezamos poco, Señor ten piedad.

Gloria

Oración. Haznos sentir, Padre, tú mirada llena de amor hacia nosotros, somos tu familia, cuídanos con ternura y enséñanos a amarnos como hermanos, Por J. N. S. Amén.

 

 

3. LITURGIA DE LA PALABRA

 

Monición a las lecturas: Tanto la primera lectura como el Evangelio recogen la llamada de Dios para que colaboremos con Él. Hay una invitación a conocer en qué consiste la misión y a realizarla con libertad y claridad. Después hay un envío. La respuesta de los llamados es positiva. Colaboran generosamente.

En la segunda lectura San Pablo da testimonio de cómo ha sentido Él la resurrección de Jesús. Y, confiesa que la gracia de Dios no se ha frustrado el Él: ¡¡Enorme afirmación!!

Lecturas. Is 6,1-2a.3-8. Salmo o, canto. 1Co 15,1-11. Aclamación. Lc 5,1-11. Breve silencio

Comentario homilético. La primera lectura presenta una experiencia impactante, un encuentro personal con Dios que cambia la vida, convierte el corazón y suscita un compromiso profético. Ante la contemplación de la santidad de Dios, Isaías se siente pequeño, pecador, asustado y casi incapaz de nada. Pero transformado por el amor de Dios, deja a un lado los temores y se pone en sus manos y a su servicio: “Aquí estoy, envíame”. Y, es que, cuando una persona está convencida de la llamada de Dios, lo más correcto, lo mejor, es responder con fidelidad; Él hará el resto.

San Pablo reconoce que la gracia de Dios ha provocado grandes logros y transformaciones en su persona. Confiesa que la muerte y la resurrección de Jesús es lo nuclear del mensaje evangélico que se ha ido transmitiendo. Esta tradición coincide con lo que él ha vivido y sentido como seguidor de Jesús. Y basándose en su propia experiencia y testimonio, asegura que experimentar a Jesús resucitado es lo único que sostiene la fe, es decir: El encuentro personal con Jesús vivo en el cotidiano existir.

Podemos ver a Jesús en esta escena que hemos escuchado como un hombre con don de gentes: la multitud se agolpaba a su alrededor. Sus gestos y palabras convencían porque estaban llenos de autenticidad y autoridad. Por eso atraía, aunque muchas veces la gente no descubriera el sentido profundo de lo que hacía y enseñaba. Jesús nunca se dejó llevar por la fama o los aplausos, estuvo especialmente despierto para no dejarse llevar por griteríos y alabanzas. Él conocía lo cambiante que pude ser el corazón humano. Lo había experimentado entre sus paisanos.

Después la escena del Evangelio cambia de decorado, se vuelve esencialmente marinera. La vida del mar, como la del campo, le sirvió a Jesús para muchos ejemplos y enseñanzas. En medio del lago invita a faenar en pleno día. No era normal. Además, habían pasado la noche entera trabajando duro y el esfuerzo había sido en vano. Pero la invitación de Jesús les parce de fiar y se lanzan, el resultado es sorprendente. Si nos fiamos de Él, todo es posible y gratamente sorprendente.

Jesús aprovecha la ocasión para proponer a aquellos hombres otra vocación y otro oficio: “ser pescadores de hombres”. Parce que la decisión fue terminante: “Dejándolo todo, le siguieron”.

Dios sigue llamando y asombrando, porque no cuenta con personas ya hechas y santas, sino con personas limitadas que necesitan confianza y conversión. Jesús, experto en evangelización, nos dice que también nosotros valemos para evangelizar. Solo nos pide que vivamos en estrecha comunión con Él y que nos fiemos de su palabra. Si trabajamos a una con Jesús, nos asombraremos muchas veces de cómo, a pesar de nosotros y nuestras incongruencias, el Reino de Dios se va haciendo realidad.

Jesús necesita colaboradores y, nuestras comunidades también. Todos podemos compaginar el trabajo con la misión. Que nadie se desmarque ni se desanime. Está más que comprobado que con Jesús somos fecundos y la misión es eficaz. Pero si cada uno va por libre y Jesús no es el centro y el foco, la comunidad no avanza ni sirve eficazmente al pueblo.

Cuando experimentemos la dureza de la evangelización y no veamos resultados, al menos aparentemente; recemos, pidamos. Y... seguramente oiremos la voz del Maestro: “Echad las redes otra vez”. Y deberemos proceder como Pedro: “Maestro, en tu nombre lo haremos” (silencio de interiorización)

Credo

Oración de los fieles

Oremos por la Iglesia, para que evangelice incansablemente, roguemos, al Señor

Oremos por los responsables de los pueblos, para que gestionen el bien común con honradez, roguemos al Señor

Oremos para que la esperanza de los pobres esté por encima de cualquier desaliento, roguemos al Señor.

Oremos para que la luz que viene de Dios ilumine todas nuestras inquietudes y obras, roguemos al Señor.

Oremos por los padres y educadores, para que despierten y animen auténticas vocaciones al servicio del Evangelio, sobre todo con el ejemplo, roguemos al Señor.

Oremos unos por otros, para que seamos fieles a la vocación de bautizados, roguemos al Señor.

 

 

4. RITO DE COMUNIÓN

 

Monición. Con Jesús avanzamos en todos los aspectos. Que esta comunión nos aliente para vivir la vocación con fidelidad y entusiasmo.

Canto

Introducción al Padrenuestro

Con alegría y admiración te damos gracias, Padre santo.
Has puesto en nuestras manos una misión sublime
que muchas veces nos parece imposible de realizar,
por encima de nuestra capacidad tan limitada.

Lo percibimos así cuando actuamos en solitario;
Pero con tu presencia y la comunidad el entusiasmo crece
y el Espíritu se hace fuerza y presencia en la asamblea creyente.
Se multiplican las posibilidades y aumenta la creatividad.

¡Que formidable eres Padre bueno!
Crees en nosotros más que nosotros mismos.
Nos incitas con tu Espíritu y tus continuas llamadas:
quieres llevarnos a la convicción
de que puedes hacer maravillas en todos,
como ya las hiciste en María y en tantos testigos de tu amor
que se fiaron de ti y abrieron el corazón de par en par.

Padre, renueva nuestra fe y refuerza nuestra confianza
para que estemos dispuestos a echar las redes siempre que nos lo pidas.

Tus indicaciones tienen sentido siempre.
Por eso deseamos que se cumpla tu voluntad.

Unidos a Jesús y a todos los creyentes del mundo
rezamos juntos la oración de los hijos y hermanos: Padre nuestro...

Gesto de paz

Distribución de la comunión: canto

 

 

5. RITO DE CONCLUSIÓN

 

Acción de gracias

Ha caído la luz sobre el corazón de Simón: Rema mar adentro y echa las redes para pescar. Se fía de la palabra del Profeta y echa las redes en lugar señalado. Se deja guiar por la novedad que viene de fuera y rompe sus hábitos estériles. ¿Por qué no se va a dejar orientar por quien conoce los misteriosos tesoros que encierra el vasto mar?

Y capturaron gran cantidad de peces. Gracias Jesús por llenar, el corazón de Pedro y sus compañeros, de la novedad que Tú eres, abre nuestra mente y corazón para seguir tus huellas.

Compromiso. Fidelidad a la propia vocación que comprende también una misión.

Oración después de la comunión (se toma del misal)

Bendición

Monición final. En estos encuentros, alimentamos la fe y nuestra vocación particular, dentro de la misión general que nos incumbe a todos/as. Jesús nos provoca con su pedagogía a remar mar adentro y a echar las redes de nuevo. Ser pescadores de hombres no es echar el gancho a nadie, ni engañar con propagandas baratas y partidistas, sino presentar apasionadamente un mensaje y proponer un encuentro con Alguien que ayuda a vivir con libertad y dignidad.

Canto final y despedida.

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