27 enero 2022

Moniciones para 30 de Enero 2022 – IV DOMINGO ORDINARIO – Cilo C

 

MONICIÓN DE ENTRADA

Hermanos y amigos, sean todos ustedes bienvenidos a esta celebración. Que el Señor se fije en cada uno de nosotros y nos conceda la paz. 

Estamos en el Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario. La liturgia de la Palabra de hoy nos recuerda que siempre es un riesgo ser profeta, pero ese riesgo aumenta cuando lo que se anuncia es el Amor ilimitado e incondicional de Dios. Jesús tiene ante sí los horizontes de Dios, y eso le da la extrema libertad de predicar la misma libertad de Dios. Pero la gente no logra ver más allá, y acepta a Jesús sólo hasta cierto punto. 

Seguros de  la presencia del Resucitado, aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie para celebrar con gozo nuestra acción de gracias. 

Lecturas del Día de hoy Domingo 30 de Enero

MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Jeremías 1,4-5.17.19)

Desde el vientre materno Dios nombra a Jeremías profeta y le da el temple necesario para ese anuncio porque sabe que los corazones llenos de amor son siempre objeto del odio de los demás. Escuchemos…

Primera Lectura:1,4-5. 17-19.

Lectura del Profeta Jeremías 

En los días de Josías, recibí esta palabra del Señor:

Antes de formarte en el vientre, te escogí, antes de que salieras del seno materno, te consagré:
Te nombré profeta de los gentiles. 

Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando.

No les tengas miedo,
que si no, yo te meteré miedo de ellos.

Mira: yo te convierto hoy en plaza fuerte,
en columna de hierro, en muralla de bronce,
frente a todo el país:

Frente a los reyes y príncipes de Judá,
frente a los sacerdotes y la gente del campo;
lucharán contra ti, pero no te podrán,
porque yo estoy contigo para librarte,
-lo afirma el Señor- 

Palabra de Dios

Salmo Responsorial

R:/ Mi boca anunciará tu salvación. 

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.

Sé tú mi roca de refugio,
el fortín donde me salve,
porque mi peña y mi fortín eres tú,
Dios mío, líbrame de la mano perversa.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno, tú me sostenías.

Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.

MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (1 Corintios 12,31-13,13)

Según Pablo, sólo un don manifiesta plenamente la presencia del Espíritu santo: el amor. Un amor sin límites para disculpar, creer, esperar y aguantar… Es el don por excelencia para pedir a Dios.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 

Hermanos:

Anhelen los carismas mejores. Y aún les voy a mostrar un camino mejor.

Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.

Ya podría tener el don de predicción y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es comprensivo,
el amor es servicial y no tiene envidia;
el amor no presume ni se engríe;
no es mal educado ni egoísta;
no se irrita, no lleva cuentas del mal;
no se alegra de la injusticia,
sino que goza con la verdad.

Disculpa sin límites, cree sin límites,
espera sin límites, aguanta sin límites.

El amor no pasa nunca.

¿El don de predicar? -se acabará.

¿El don de lenguas? -enmudecerá.

¿El saber? -se acabará.

Porque inmaduro es nuestro saber
e inmaduro nuestro predicar;
pero cuando venga la madurez,
lo inmaduro se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como un niño,
sentía como un niño, razonaba como un niño.

Cuando me hice un hombre,
acabé con las cosas de niño.

Ahora vemos como en un espejo de adivinar;
entonces veremos cara a cara.

Mi conocer es por ahora inmaduro,
entonces podré conocer como Dios me conoce.

En una palabra:
quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres.

La más grande es el amor.

Palabra de Dios

MONICIÓN EVANGELIO (Lucas 4,21-30)

En la sinagoga, dotado de absoluta libertad de espíritu, Jesús anuncia la universalidad del amor de Dios y su predilección por los no amables. La atmósfera se vuelve hostil y lo echan de allí con el fin de matarlo. Abramos los oídos, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para la proclamación del santo Evangelio. 

+ Proclamación del santo Evangelio según San Lucas 

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga: 

-Hoy se cumple esta Escritura que ustedes acaban de oír.

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.

Y decían:

-¿No es éste el hijo de José?

Y Jesús les dijo:

-Sin duda me recitarán aquel refrán: «Médico, cúrate a ti mismo»: haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.

Y añadió:

-Les aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Les garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio.

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió pasó entre ellos y se alejaba.

Palabra del Señor

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