Introducción
Este domingo, las lecturas de la Palabra de Dios tocan dos temas importantes en la vida de todo cristiano: el amor fraterno y la dimensión profética. El amor nos impulsa a adoptar actitudes positivas ante la debilidad del prójimo: todo lo excusa, todo lo tolera, todo lo comprende. Y la dimensión profética nos mueve a dar testimonio de Jesús incluso en situaciones de rechazo o de persecución, actitudes que pueden provenir, a veces, de la gente más cercana: ningún profeta es bien recibido en su tierra.
Ambas actitudes están estrechamente unidas, porque si damos testimonio de Jesús, incluso en situaciones adversas, es precisamente por amor. Por amor a Jesús y por amor a aquellos a los que nos dirigimos, pues nuestra primera intención no es criticar o condenar, sino ofrecer un anuncio positivo que, sin duda, apela a un cambio de vida y, en este sentido, puede resultar una crítica para determinadas actuaciones que no son coherentes con el evangelio. Pero esta crítica es constructiva, no busca molestar, busca el bien del otro, busca la conversión, porque precisamente en el cambio de ruta se encuentra la buena dirección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario