07 enero 2022

FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS (11-01-98)

 

1. -No hemos hecho nada más que empezar el año y ya los políticos están moviendo las piezas de su dominó para no llegar tarde a la campaña electoral que se avecina.
Durante este año oiremos de todo y veremos cosas insólitas y hasta de mal gusto y de irrespeto como vimos el domingo anterior en las páginas de un diario capitalino en el que se hizo un montaje fotográfico con la imagen de la Virgen inmaculada de Murillo a la que le pusieron el rostro de una candidata a la presidencia. Para conseguir o restar votos al contrario también este año veremos las extravagancias y gestos espectaculares de siempre. Sin miedos, sin propagandas, sin una buena figura, sin la venta de una buena imagen, por desgracia, nada se puede llevar a cabo en este mundo.
2, -Jesús va a empezar su vida pública; pero no lo hace con ruidos, ni parlantes ni afiches, ni anunciándose en los diarios, ni aparentando buena imagen ni echándoselas de Dios. Como fue su Vida privada; así también va a ser su vida pública:
- Nació Como uno de tantos.
- Vivió su infancia como uno de tantos.
- Creció entre sus familiares y amigos como uno de tantos.
- Trabajó como cualquier otro trabajador.
- Y, al empezar su vida pública, se mete en el pueblo como uno de tantos.
- Se pone en cola, como uno de tantos para recibir el bautismo de Juan. Está allí como uno de tantos, confundido como un pecador más.
En el bautismo Jesús se muestra como lo que es: hombre con los hombres, humano corno cualquier humano. Dios se ha hecho uno de nosotros con todas sus consecuencias, sin trampa alguna. En el bautismo llega a hacerse hasta "pecado, aunque nunca cometió pecado" (2Cort.5,21)

3.- Todos los evangelistas insisten en la humanidad de Jesús, en su condición de " siervo", como dice Isaías en la primera lectura (Is.42, l) Pero en el bautismo, Jesús, metido en la cola de los pecadores aparece como un pecador más, confundido como uno de tantos. Por eso, los evangelistas insisten también, para no se nos pierda la perspectiva completa de la identidad de Jesús, en tres cosas llenas de simbolismo:
a) Que el cielo "se abre" (Lc.3, 21), como para decirnos que en ese Jesús confundido como un pecador más, tierra y cielo están unidos; Dios y hombre se han hecho uno.
b) Que el Padre Dios no puede callar. Ese Jesús, solidarizado hasta lo último con los mismos pecadores, no es un pecador más; es nada más y nada menos que "su Hijo, él predilecto, en quien se complace" (Lc.3, 22)
Como dice José Luis Martínez en su poesía:
“Jesús era inocente,
y nunca en él hubo un solo pecado,
pero entró en la corriente
para ser bautizado,
pues, con el hombre sí estaba hermanado.
Cuando Jesús salió
del agua del Jordán ya bautizado,
el Padre proclamó,
desde el cielo rasgado:
"Este es mi predilecto, mi Hijo amado."

"Y pasó haciendo el bien,
y liberando al pobre y oprimido"
hasta su último amén
-cuando todo era olvido-
perdonando, sin sentirse ofendido.

Y este es el compromiso
de aquel que en Cristo ha sido bautizado:
no ser nunca remiso
en hacer, de buen grado,
el bien, nunca medido ni tasado.”

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