DOMINGO IV DE ADVIENTO C
Monición de entradaBienvenidos a la Eucaristía de este cuarto domingo del Adviento, domingo de la Encarnación del Hijo de Dios, marcado por la proximidad de la fiesta de la Navidad de Cristo. Con él todas las promesas de Dios encuentran un “sí” sin reservas.Gracias a Jesús podemos cantar nuestro “amén” a tu presencia entre nosotros. Por eso, hoy sobre todo es un día para reconocer la gran dignidad de todos los seres humanos, sobre todo porque hasta el mismo Dios ha querido hacerse humano como todos nosotros. SaludoQue el Señor Jesús, que se deja encontrar por los que lo esperan, esté siempre con todos vosotros. Acto penitencialPorque cerramos nuestros oídos a la escucha de Dios… porque nos negamos a reconocerle y acogerle, pidámosle perdón:-Tú, Jesús, has venido a tomar humildemente nuestro mismo camino: Señor, ten piedad.-Tú, Jesús, nos pastoreas reuniendo las ovejas dispersas y perdidas: Cristo, ten piedad-Tú, Jesús, sueñas con hacer la voluntad, el sueño del Padre: Señor, ten piedad. Monición a la Primera lecturaDe una aldea insignificante, Belén, salieron tanto el rey David como el Mesías Rey, Jesús. De una mujer humilde nacerá el pastor de las naciones. Sin embargo, aquel que no puede ser encerrado, porque nada ni nadie lo puede manipular, se dejará limitar y empequeñecer en las entrañas maternas de María. Salmo Responsorial (Sal 79)Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. Monición a la Segunda Lectura¿Cómo viene Dios a vernos? En un cuerpo con su fragilidad y en un corazón con un palpitar humano: Dios se hace carne, cuerpo que se entrega hasta la cruz, latiendo en un corazón acompasado a la voluntad del Padre. Por eso, el Hijo de Dios hecho carne es nuestro sacerdote, que hace de puente de comunicación entre Dios y nosotros. Monición a la Lectura EvangélicaEn la escucha de las palabras del evangelio, podemos contrastar las prisas de María en dirigirse a la montaña de Judea, con el saludo tranquilo y emocionado de Isabel. Oración de los fielesJesús, en estos días de Adviento, viene a nuestro encuentro… Abramos nuestros corazones al regalo que supone para nosotros su visita, y digámosle: Venga a nosotros tu Reino, Señor.-Por los enfermos, los que están solos, los que están presos… y por los que los van a ver. Oremos.-Por los matrimonios que esperan nuevos hijos y por los que han perdido la esperanza de tenerlos. Oremos.-Por los misioneros que anuncian el Evangelio por los cuatro puntos cardinales y por aquellos que se alegran de escuchar su mensaje de alegría y paz. Oremos.-Por los cristianos que visitan a los que no salen de casa, llevándoles la alegría de la fe en Cristo. OremosSeñor Jesús, tú elegiste como templo de tu presencia a María, para que fuera tu madre. Escucha nuestra oración y concédenos vivir siempre adheridos a la voluntad del Padre, imitando tu obediencia y confianza en él, cumpliendo sus promesas. DespedidaComo María “que se puso en camino hacia una ciudad de la montaña de Judea”, levantémonos de la mesa para llevar a nuestros hermanos la Buena Noticia de la salvación. Podéis ir en paz
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