El IV domingo de adviento lo podemos considerar como el pórtico que nos introduce en el misterio de la Navidad: “Dios con nosotros”. Lo hace a través de lo sencillo y humilde, “y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Efratá…” (1ª Lect.) y de un Jesús que se ofrece de una vez para siempre (2ª Lect.) De aquí la admiración de Isabel ante el misterio al visitarla “la madre de mi Señor” (Ev.).
María es la protagonista en este último domingo de Adviento. Ella la humilde y sencilla joven de Nazaret al sentir en sí misma la presencia del misterio de Dios hecho carne, siente la necesidad de comunicarlo a otra mujer sencilla y humilde que se siente dichosa por su maternidad. María “va a prisa” a comunicárselo a Isabel. Así es el gran misterio de la Encarnación que se sigue manifestando a los sencillos y humildes de corazón que se sienten agraciados de esta visita del Señor que realiza a lo largo de los siglos.
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