1L.- El vestido de aflicción reviste a la pequeña comunidad del postexilo. Pero han despertado su esperanza los antiguos profetas. Su mensaje emplea el símbolo de Jerusalén, para expresar la vivencia de seguridad, grandeza y paz que da el saber a Dios presente.
2L.- Pablo pide que la comunidad de amor siga creciendo. Pide que Dios les conceda un conocimiento profundo y práctico que les ayude a resolver fraternalmente los problemas cotidianos, y les preserve de costumbres paganas. Así renovados con sensibilidad cristiana, serán capaces de dar frutos de justicia.
PARA LLEVAR A LA VIDA
La palabra de Dios resuena en la voz decidida de hombres de fe que oran en la soledad y aridez del desierto, ajenos a intereses mundanos. S. Juan Bautista, desde el desierto, proclama un bautismo de penitencia preparando los caminos de Dios, que es el camino de Jesús. Su interpelación, ha de llevarnos a reparar en que:
a) Somos agentes de transformación de nuestra sociedad. A ser colaboradores activos en el empeño de preparar el encuentro con Jesús, con un período de purificación representado por el Bautista.
b) Preparar a los hombres para recibir a Jesús, requiere de una voluntad de conversión radical y un cambio de conducta.
c) Tarea promovida por la esperanza que siembra el perdón, la reconciliación con Dios y los hermanos. Tarea que comienza en nosotros mismos
El Adviento es tiempo de preparar los caminos y enderezar las sendas para que se produzca pronto el advenimiento del Reino. Esto sólo se logra con conversión. Con un cambio radical de mentalidad y de actitudes, que se manifieste en una vida distinta, nueva.
La decisión personal de cambiar de vida, está movida por la acción previa de Dios.
El Reino de Dios está cada vez más próximo. Nadie puede detenerlo. Es Dios, quien nos lleva a la conversión, para poner en marcha nuestra justificación, no realizando actos externos, rituales, sino dando buenos frutos; multiplicando nuestros talentos, acciones de entrega.
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