PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante
En este día, el Día del Señor, celebramos el domingo vigésimo cuarto durante el año, y lo hacemos reuniéndonos alrededor de su mesa con la ilusión de los que se saben verdaderos constructores del Reino de Dios en la tierra, porque se esfuerzan en ser fieles seguidores de Cristo.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
El Señor hoy, por boca de Isaías, nos anuncia su plan de salvación sobre el Mesías: en el servicio, en la humillación, en el dolor, en la muerte, en la cruz, en la que Cristo realiza el gesto de amor más grande; este misterio que nos resulta difícil de aceptar. Y esta presencia de la cruz en la obra redentora de Jesús, y en nuestra propia vida, sólo encuentra explicación desde la fe. Y ser discípulo suyo es imitarlo, es cargar nuestra cruz, esa que es la fuente de la vida que dura para siempre.
1ª. LECTURA: (Is 50, 5-9a) (Ver texto)
Isaías, siete siglos antes de Jesús, nos anticipa lo que será su actuación: por su pasión y la muerte en la cruz, alcanza la vida para siempre.
SALMO RESP.: (144, 1-6. 8-9) (Ver texto)
R. Caminaré en presencia del Señor.
2ª. LECTURA: (St 2, 14-18) (Ver texto)
Santiago nos da una regla de oro para que podamos evaluar nuestra fe: ella será auténtica si la ponemos de manifiesto en nuestras propias vidas, con nuestras obras.
EVANGELIO: (Mc 8, 27-35) (Ver texto)
Jesús, en el Evangelio, nos manifiesta que la verdadera vida es la que pasa necesariamente por la cruz; y también nos dice que si queremos realmente seguirlo, debemos cargar con nuestra propia cruz.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Y ahora queridos hermanos, conociendo el amor y la bondad de Dios, nuestro Padre, dirijámonos a Él con total confianza y sencillez, presentándole nuestra oración por nuestras necesidades.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
"PADRE, QUE CARGANDO NUESTRA CRUZ, SIGAMOS A TU HIJO"
v Porque queremos que en el ejemplo de la Iglesia y el Papa Francisco, los hombres reconozcamos que el camino de la gloria en el cielo, pasa necesariamente por el camino de la cruz, pedimos...
v Para que los que han sido elegidos para ser tus ministros, sean siempre fieles a tu llamado y sepan estar en medio y delante de tu pueblo, siguiendo las huellas de tu Hijo e irradiando sus mismos sentimientos, pedimos…
v Para que en nuestra patria, el Evangelio de tu Hijo sea el fundamento de todas las normas, de todas las leyes y de toda la sociedad, pedimos...
v Para que cada familia, cada hermano sufriente, encuentre en nosotros un corazón generoso que les haga sentir que nos importa, porque él es también hijo de Dios, y que no es un número para una estadística, sino una persona con nuestros mismos derechos y con nuestra misma dignidad, pedimos…
v Para que en nuestra comunidad sepamos dar respuesta de quién es Jesús en nuestras vidas, y salir a la calle y explicarlo a quienes no lo conocen, no saben quién es y así llenar de felicidad a nuestros hermanos, pedimos…
CELEBRANTE:
Padre bueno, tú sabes que realmente queremos seguir a tu Hijo cargando nuestra cruz de cada día, pero nuestras fuerzas y nuestra fe a menudo faltan, por eso te suplicamos que nos des tu Santo Espíritu, para que nos fortalezca y haga realidad nuestro deseo. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Al presentar ahora estos dones, le expresamos a Dios, desde lo más profundo de nuestro corazón, nuestro sincero compromiso a vivir con actitudes nuevas, comprometiéndonos realmente con las necesidades de nuestros hermanos.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
Jesús nos llama, nos invita a acompañarlo en nuestro esfuerzo cotidiano, cargando nuestra cruz; esa cruz que como la suya, será para nosotros fuente de resurrección y vida. esta es la esperanza que mueve nuestra plegaria de acción de gracias.
COMUNIÓN:
Hemos participado de la mesa de la Palabra, y ahora el Señor nos invita a la mes que anticipa el Banquete del Reino: su propio Cuerpo y Sangre. Entrando en comunión con Él, entraremos en comunión con toda su vida, su lucha, su amor, su esperanza.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado,
pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
DESPEDIDA:
Como fruto de esta celebración debemos plantearnos: ¿cuenta Jesús en nuestra vida diaria? ¿Entra en mi casa, en mi trabajo? ¿Lo siento cercano, como a cualquier miembro de mi familia? ¿Cuenta en mis decisiones personales o familiares? ¿Camina Él junto a mí por el camino de la vida?
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