13 de diciembre de 2020
Tercer Domingo de Adviento
“Yo soy la voz” (Jn 1,6-8.19-28)
¿Cómo celebrará el mundo la Navidad verdadera si la hemos suplantado por el consumismo, si la voz se ha apagado? ¿Quién prestara sus labios a la voz, para que vuelva a resonar Jesucristo? Párate a pensar cuando ha sido la última vez que has escuchado hablar de Jesucristo fuera del templo. Con los amigos nos callamos y eso que tenemos confianza, nos vamos acostumbrando a sus conversaciones sin dejar que ellos se acostumbren a las nuestras. Hagamos el firme propósito de prestar nuestros labios para no dejar de gritar la venida del Salvador, seamos una prolongación del anuncio de Juan Bautista para que Jesucristo vuelva a colocarse en el centro de nuestra Navidad; y la familia, los regalos y las comidas sean el efecto que nace de nuestro gozo en el Señor pero no el centro.
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