30 noviembre 2020

JUAN, EL HOMBRE DEL ADVIENTO.

 

Resultado de imagen de II domingo de adviento

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- Hombre del Adviento histórico y del litúrgico. En tiempos históricos más famoso que Jesús, del que le fue contemporáneo. Ya que se le nombrará en otros momentos litúrgicos, me detendré unos momentos, explicándoos, mis queridos jóvenes lectores, alguna noticia para que tengáis centrada su persona en el cuadro geográfico en que se desenvolvió la vida de Juan, hijo de Zacarías e Isabel, el remojador, que es lo que significa bautista.

2.- Sin que lo nombre la Escritura, sabemos por tradición, que nació en una población llamada hoy en día Ein-Karen e incorporada actualmente a la gran Jerusalén. Las tradiciones en Oriente son tan seguras como un documento notarial nuestro y mucho más si está de acuerdo con ellas la arqueología. En este pueblo, hoy barrio de la capital, hay en la actualidad un hospital, importante por su gran capacidad de acogida de enfermos y por su dedicación a la investigación en diversos campos médicos.
Destacan mundialmente sus avances en la curación de trastornos neurológicos. Su nombre es Hadassah, que también lo es, según compruebo, el situado en la cima del Olivete, de más antigua edificación. En un campo diverso de la medicina, pero en el mismo conjunto de edificios, es importante su sinagoga. Las vidrieras que adornan sus muros son obra del piadoso judío ruso-francés Marc Chagall. Os confío, mis queridos jóvenes lectores, que es uno de mis pintores favoritos. Su Santocristo también es pintura predilecta del Papa Francisco. En eso, y en muchas otras cosas, el Papa Bergoglio y yo coincidimos. ¡Anda ya. Pasó el artista un largo periodo de tiempo, estudiando la luz que llegaba al lugar y el testamento del Patriarca Jacob en favor de sus 12 hijos, recogido en el Genesis, que es el tema del conjunto. Son unos vitrales preciosos, de singular diseño y prodigioso colorido.

3.- Ahora bien, los lugares que visitamos y veneramos los peregrinos están situados unos 2Km antes de llegar al hospital. En mi primer viaje a Tierra Santa, hicimos este recorrido a pie. El trayecto lo recorrimos por un sendero y yo que calzaba sandalias, vi las estrellas por los muchos pinchos de las zarzas y cardos que lo jalonaban. Nunca lo olvidaré. Experimenté en carne propia y dolorido lo que tantas veces sufriría el Señor.

4.- Puede uno llegar a Ein-Karen en autobús urbano, que se detiene en el cruce del camino que va de una a otra basílica. Generalmente vamos primero a la de la Visitación que implica subida. Se llega al edificio donde se dice se encontraron Santa María e Isabel, ambas embarazadas, ambas depositarias de las confidencias de Dios y ambas también urna de prodigiosos niñitos. Puede muy bien corresponder con el domicilio de Zacarías, sacerdote del Templo y esposo. Los servidores del Templo oficiaban por turnos, residiendo en la vivienda familiar cuando estaban libres de responsabilidades cultuales. Se conserva un aljibe antiguo y en un gran muro está escrito el canto de María, el Magnificat, en muchos idiomas.

5.- Antes de llegar nos hemos cruzado con la fuente, nos detenemos un momento a la vuelta. La distancia debe ser de unos 200m. Es la única fuente, por tanto allí era preciso ir a buscar agua diariamente. Siempre imagina uno a la postmenopáusica Isabel cargada con su ánfora, o a la jovencita María que servicial Ella, la substituiría en el periodo que le hizo compañía y durante el cual se confiarían ambas sus cuitas. Si la corriente líquida llega al mismo sitio, la edificación del entorno que vemos hoy en día, es muy posterior.

6.- Según cuentan, acercándose el momento del parto, Isabel se trasladó a otra mansión. Pudo ser un “antojo” o tal vez nunca se movió de allí. La basílica que lo recuerda posee unos cuantos valiosos cuadros de pintores españoles y el entorno y sus franciscanos servidores del lugar, acostumbran a ser también de la misma procedencia. El edificio estuvo muy unido muy unido a los soberanos de España. Una estrella al pie del altar de la cripta, dice que fue allí donde nació el Precursor.

7.- Un lugar un poco escondido y al que acuden pocos peregrinos, es la iglesia del desierto de San Juan, muy próxima a la tumba de Santa Isabel. Mana allí mismo un manantial de “agua viva” y se divisa a sus pies el desierto de San Juan, done según el texto evangélico paso el Precursor su juventud en soledad. Un desierto sin viviendas aun hoy en día, muy poblado de árboles, como lo sería por aquel entonces. Muy apropiado para una vida de retiro. ¡Qué diferentes seríamos todos si supiéramos vivir temporadas en silencia y soledad! ¡Cuántas cosas que poseemos dificultan nuestra entrega generosa a Dios! Allí Juan aprendió a ser santo. Los otros sitios relacionados con nuestro protagonista no es oportuno que os hable hoy. Me refiero al lugar del bautismo, al de su asesinato y al de su tumba. Otro día será.

8.- En el evangelio del presente domingo la acción está centrada a la orilla del Jordán. Juan predica conversión, es decir cambio de itinerario. Debemos nosotros hoy hacerle caso, desplegar el mapa de los preceptos cristianos, estudiar nuestra situación, examinarnos con sinceridad. No engañarnos de ninguna manera a nosotros mismos. Anotarlo brevemente, si os parece que con ello fijaréis mejor vuestra reflexión y las conclusiones a las que os ha llevado la averiguación. A la orilla y escuchando, la gente que le convencía con su predicación, confesaba su situación. Confesar significa reconocer que uno está equivocado y que a quien hay que hacer caso es a Dios. Confesar es glorificar a Dios.

9.- Las decisiones importantes que uno toma debe notificarlas, no quedárselas ocultas y prisioneras en su interior. Quien estaba conforme con la doctrina de Juan y deseaba ponerlas en práctica, manifestaba esta decisión acercándose a decírselo y él lo hundía en el agua de la cual salía cambiado. Podía hacerlo él sin que nadie se lo reprochase, porque se nos dice que era hombre de dos cualidades que le hacían inexpugnable, de dos virtudes eminentes. Aunque pertenecía, según parece, a una familia de clase media, tirando a alta, sus costumbres eran radicalmente austeras. No nos dice pobre. (Esta palabra cada uno se la aplica su manera, una buena parte de la gente dice que es pobre porque se compara con los ricachones y, teniéndolos siempre presentes a ellos, se da la buena vida). Ahora bien la austeridad no implica límite alguno, ni comparación con los demás. Siempre es exigente. Se vestía con áspero tejido de pelo de camello, algo así como nuestra tela de saco. Se cubría con una simple piel. Nada de vestidos de diseño. Que en aquel tiempo también existían las finas túnicas de algodón y hasta de seda. No pasaba hambre, ya que es necesario alimentarse adecuadamente de acuerdo con la función que uno debe cumplir. Comía saltamontes, que no os creáis es ínfimo alimento. Todavía algunas culturas en la actualidad se abastecen de este insecto. Los beduinos, según me cuentan, los tuestan y salan para guardarlo en conserva. Por aquellos parajes yo he visto langostas de más de 12 centímetros y, según dicen los entendidos, estos ortópteros son buenos nutrientes, yo nunca los he probado.

10.- El otro alimento era la miel. Por aquel entonces ya existían las colmenas. Hacia el norte se han encontrado panales encerrados en grandes vasijas de dos entradas y hechas de cerámica. Pero la miel del Bautista era pura artesanía, trabajo detenido de buscador por parajes solitarios. De las cualidades nutritivas nadie duda, amén de su sabor, más apreciado en aquel tiempo porque no existía el azúcar.

Su otra cualidad, más bien virtud era la humildad. Para no ser hombre de muchos humos, proclamaba que él no era el importante. Que quien merecía admiración y fidelidad era otro, próximo a llegar y respecto al que él no era digno ni de abrocharle el calzado. Quien es orgulloso, quien busca o vive, satisfaciendo su vanidad, no es capaz de avanzar.

Juan no era un hombre público simpático. Sus discursos no eran populistas. Pese a ello, la gente valoraba su testimonio y le hacía caso. Tenemos mucho que aprender, mis queridos jóvenes lectores, si queremos acercarnos a Cristo cada vez más. Juan además de testimonio, puede ser nuestro intercesor, no lo olvidéis.

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