30 octubre 2020

Comentario Festividad Todos los Santos

 Oración preparatoria

Quiero, Señor Jesús, escucharte en tu Palabra. Y escuchándola, sintonizar con tu corazón de Hijo confiado en el Padre del cielo, aprender a orar Contigo, a esperar con paciencia activa, a amar y a perdonar sin cansarme. Saber una y otra vez cuánto te importa cada hombre y cada mujer, cuánto te interesa nuestra propia paz y felicidad. AMÉN.

Mt 5, 1-12a

«1Pero viendo [Jesús] a las muchedumbres, subió a la montaña y, habiéndose sentado, se le acercaron sus discípulos. 2Y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

3“Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

4Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

5Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.

6Bienaventurados los hambrientos y sedientos de justicia, porque ellos serán saciados.

7Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

8Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

9Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

10Bienaventurados los perseguidos por causa de justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

11Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y os calumnien de cualquier modo por causa de mí. 12Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será mucha en los cielos”».

PALABRA DE DIOS

 

CONTEXTO

Dejábamos la lectura del evangelio de Mateo en el sumario de actividad de Jesús de 4,23. Allí se decía que Jesús recorría toda Galilea enseñando, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia. Pues bien, el evangelio nos presenta el comienzo de la enseñanza (5,1-8,1), el impresionante Sermón de la Montaña, del que las bienaventuranzas son su introducción general, el pórtico de entrada a dicho discurso de Jesús. En el evangelio de hoy encontramos la primera perícopa (= unidad textual) del sermón de la montaña (Mt 5,1-10), y dos versículos de la siguiente (vv. 11-12ab), que continúa con la llamada de Jesús a sus oyentes a ser sal de la tierra y luz del mundo (vv. 13-16).

TEXTO

El evangelio de hoy tiene tres partes:

a) vv. 1-2: la introducción narrativa donde se presenta el auditorio de Jesús (las muchedumbres y los discípulos) y se hace referencia a la montaña (nuevo Sinaí, nueva “ley”), a la autoridad de Jesús (“se sentó”, posición de “maestro”), y a la extraordinaria importancia de lo que va a decir (notad que se usan tres expresiones y verbos para introducir el discurso: “abriendo la boca”, “enseñaba”, “diciendo”; es la única vez en todos los evangelios que ocurre algo semejante, prueba de la categoría excepcional de lo que va a decir Jesús, es decir, de todo el sermón de la montaña;

b) vv. 3-10: el conjunto de las 8 bienaventuranzas, conjunto abierto y cerrado con la expresión “porque de ellos es el reino de los cielos” (vv. 3 y 10), y que se subdivide en dos grupos de 4 (vv. 3-6: “justicia”; vv. 7-10: “justicia”);

c) vv. 11-12: una última bienaventuranza, dicha directamente a sus oyentes (notad el cambio de persona: de la tercera plural a la segunda plural: “seréis”).

 

ELEMENTOS A DESTACAR

• Las bienaventuranzas tienen una estructura tripartita: la declaración de bienaventuranza (Bienaventurados); los que son objeto de dicha declaración (pobres en el espíritu, etc…); y la razón, la causa del porqué ellos son bienaventurados: son acciones que Dios, Padre bueno y providente con entrañas de Madre, realizará en el futuro, pero que comienzan y terminan en el presente. De Dios Padre aún no hemos recibido prácticamente nada de lo que nos espera. Pero ¿qué esperas? Reflexiona qué es lo que te hace sentir feliz o satisfecho habitualmente. ¿Tiene algo que ver tu proyecto de felicidad con el que Jesús proclama en las bienaventuranzas?

• Las bienaventuranzas son la introducción al sermón, de modo que hay que descubrir el corazón del mismo si queremos entenderlas y, sobre todo, vivirlas. Este corazón es la oración del Padre Nuestro, la llamada confiada de hijos a recibir del Padre (y un padre muy especial) todos los bienes que puede dar. Desde una experiencia así de Dios Padre, uno puede lanzarse a vivir un estilo de vida arriesgado y desafiante; sin esa experiencia, estas palabras de Jesús pueden ser un insulto para los “perdedores” de la historia. ¡Ojo!

• Las dos únicas razones en presente son para los pobres en espíritu y para los perseguidos por causa de la justicia: de ellos es el Reino de los cielos, ellos son los propietarios de dicho reino. ¿Qué te sugiere? ¿A qué te mueve?

• “Por causa de la justicia” y “por mi causa” relacionan estrechamente la causa de Jesús y la causa de la justicia: ¿están así de implicadas una y otra en nuestro modo de ser cristianos?

• “Bienaventuranza” significa “felicidad”. Jesús proclama felices a ocho categorías de personas y la novena proclamación de felicidad no hace sino ampliar la octava, “dichosos los perseguidos”. Repasa las categorías y piensa en cuáles son más aceptadas y cuáles no por ti mismo.

 

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

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