23 octubre 2020

Comentario Domingo XXX de Tiempo Ordinario

 Oración preparatoria

Señor y Hermano Jesús, Tú dijiste que “tu Padre nos enviaría en tu nombre el Espíritu Santo y que Él nos recordaría lo que nos enseñaste y nos los explicaría todo”. Tú conoces la pobreza y la aridez de nuestro corazón. Te pedimos que tu Espíritu nos lo refresque, nos lo ilumine, nos haga entender tu Evangelio. Nos lleve sobre todo a fiarnos de Ti y de tu Padre, a seguirte en fe confiada y amorosa, y a poner nuestro grano de arena para construir paz y vida en nuestro entorno. AMEN.

Mt 22, 34-40

«34Pero los fariseos, cuando oyeron que había hecho callar a los saduceos, se reunieron en grupo, 35y uno de ellos, que era letrado, le preguntó para ponerlo a prueba: 36“Maestro, ¿qué mandamiento es [el más] grande en la Ley?”.

37Pero él le dijo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. 38Este es el mandamiento [más] grande y primero. 39Pero el segundo es igual a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas”».

PALABRA DE DIOS

 

CONTEXTO

Después de las tres duras parábolas que Jesús dirige a los dirigentes judíos (Mt 21,28-22,14), comienzan las controversias de Jesús con diversos grupos judíos. Comienzan con los fariseos y el tributo al César (texto del domingo anterior), y continúan con los saduceos y el tema de la resurrección, texto inmediatamente anterior al de esta semana. Ahora, otra vez los fariseos quieren poner en aprietos a Jesús con el tema del mandamiento principal de la Ley. Tras este episodio, Jesús propondrá a los fariseos la cuestión del Mesías (22,41-46) y comenzará el capítulo 23, una agria andanada de Jesús contra escribas y fariseos.

TEXTO

El v. 34 es un versículo de transición que recuerda la conversación de Jesús con los saduceos en el relato anterior y menciona la reunión de los fariseos, escenario del relato siguiente. El diálogo consta de la exposición (v. 35), la pregunta del letrado fariseo (v. 36) y una respuesta muy larga de Jesús (vv. 37-40). La palabra clave Ley (vv. 36 y 40; además, letrado, de la misma raíz) engloba todo el diálogo. El v. 40 añade una información que el letrado no había preguntado, por lo que adquiere una especial importancia como conclusión y lección de este evangelio.

ELEMENTOS A DESTACAR

• La pregunta planteada es muy pertinente en aquel contexto: los judíos mantenían 613 mandamientos (365 prohibiciones, 248 preceptos) y su “sistema legal” era muy enrevesado. Esto puede significar para nosotros como una alerta en nuestro modo de relacionarnos con Dios, si tenemos claras las “urgencias” de nuestra fe, si atendemos “lo fundamental” de ella en nuestra vida.

• “Amar a Dios” no evocaba entonces, ni debe hacerlo ahora, un sentimiento, ni oraciones, o una mística que huye del mundo, sino el conocimiento del único Dios y la obediencia a él dentro del mundo. Por eso el texto pasa, irrenunciablemente, al amor al prójimo. Pero ¿cómo conocer a quien no se ve? Este primer mandamiento exige un estilo profundo de vivir la fe, no es cosa de un rato al día o de la asistencia sacramental. Lo incluye y lo supera. ¿A qué te mueve esta necesidad de “vivir abiertos a la Trascendencia de Dios”?

• “Amar al prójimo” evocaba entonces, y debe hacerlo ahora, un comportamiento práctico solidario con el prójimo, pero en el contexto mateano, “prójimo” adquiere una dimensión universal (cf. 5,43-48; 7,12). La medida de ese comportamiento es la medida que cada uno usa para sí mismo. ¿A qué te mueve esta necesidad de “vivir al servicio de todos los hermanos”?

• Nosotros, en este mundo “ateo” e “individualista” debemos traducir este texto en nuestra vida para hacer realidad lo que el texto presupone: anclar nuestro compromiso ético en una relación con Dios que nos construye y nos va haciendo cada día. En este sentido, la Biblia toda tiene un “primer” precepto: que el amor de Dios puede equilibrar todo el amor del ser humano, ya sea a Dios, al prójimo o a sí mismo.

Paso 1 Lectio: ¿Qué dice el texto? Atiende todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas.

Paso 2 Meditatio: ¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?

Paso 3 Oratio: ¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…

Paso 4 Actio: ¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?

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