21 agosto 2020

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los cielos

 Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre?». Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas». Él les dijo: «Vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón tomó la palabra y dijo: «Tú eres el mesías, el hijo del Dios vivo». Jesús le respondió: «Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque eso no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edifi caré mi Iglesia, y las puertas del infi erno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de Dios; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces ordenó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el mesías.

Mateo 16, 13-20

PARA MEDITAR

Ya veis en el Evangelio de hoy que entre los discípulos no siempre estuvo claro quien era realmente Jesús. A los cristianos de hoy nos pasa también los mismo; a veces no lo tenemos claro y a veces lo tenemos claro en la cabeza, pero luego no se nota en nuestra vida.
Aquí vemos como Pedro, el primer Papa de toda la Iglesia, expresa de manera muy sencilla y clara quien debe ser Jesús para todos nosotros.
Debemos tener siempre lo más presente quien es Jesús para nosotros, vivir y no sólo decir que Jesús es el Hijo de Dios, que nos envió a todos. También podemos hoy tener muy presente al Papa Franciso, el sucesor de Pedro en el papado.

PARA HACER VIDA EL EVANGELIO

  • ¿Quién es para ti Jesús? Escribe palabras con las que expresar quien es Jesús para ti.
  • ¿Quién es Jesús para los cristianos? ¿Por qué vino a salvarnos?
  • Ten presente es semana en la oración las palabras con las que has definido a Jesús.

ORACIÓN

Decimos que eres Dios,
pero seguimos a otros dioses:
el poder, el prestigio, la efi cacia,
el dinero, la salud, la casa,
las cosas, el ocio…
Decimos que eres Padre,
pero vivimos como huérfanos:
tristes, desorientados, agobiados,
cansados, indiferentes al otro,
como si no fuera hermano.
Decimos que eres el Camino,
pero seguimos otras rutas,
no encontramos tiempo para Ti,
no refl exionamos,
no hablamos contigo, ni te disfrutamos.
Decimos que eres la Verdad,
pero nos engañamos:
nos creemos todas las mentiras
que nos ofrecen.
Decimos que eres la Vida,
pero vivimos de forma rutinaria:
arrastramos la vida sin entusiasmo
ni plenitud.

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