21 agosto 2020

Para fijarnos en el evangelio del Domingo XXI de Tiempo Ordinario

 • El relato, presenta a Jesús que pide el posicionamiento personal de los discípulos ante Él (15). Así provoca que tomen conciencia de que su identidad nunca será descubierta si no es desde el cara a cara, del diálogo, de la relación personal. A Jesús no se le descubre mirándolo de lejos, o de reojo. Y, menos, con la pura especulación ideológica.

• Los discípulos, representados por Pe- dro, lo proclaman como “Mesías” e “Hijo de Dios” (16), dos expresiones que sintetizan la fe cristiana, la fe de la Iglesia, en Jesús. Presentar a este Jesús de la Iglesia es lo que pretenden todos los Evangelios desde el primer versículo.

• Hacer esta confesión de fe es afirmar que se cree que Jesús, el hombre, “hijo del carpintero”, hijo de “María” (Mt 13,55), es Dios mismo presente y actuante en la Historia humana. Es decir, que Dios se implica en nuestra vida, que tiene cosas que decirnos.

• La respuesta de Jesús a la confesión de fe es, en primer lugar, una bienaventuranza (17). La fe en Cristo hace dichoso. El motivo: “eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso” (17) (en el original, “la carne y la sangre”, expresión bíblica que indica la condición humana limitada). Es decir, el discípulo de Cristo es proclamado “dichoso” porque la fe que profesa la recibe del “Padre que está en el cielo” (17), porque no cree en lo que él mismo ha inventado. Y porque el “Padre que está en el cielo” le hace este regalo de forma totalmente gratuita, inmerecida.

• En segundo lugar, la respuesta de Jesús pasa por dar identidad y misión al creyente y por dar identidad y misión a la comunidad de los creyentes (18-19). La identidad y misión de Pedro es la de ser el primero de los Apóstoles, ser fundamento para el conjunto de los creyentes, la Iglesia de Jesús. La Iglesia de Jesús sólo se puede fundamentar en alguien que confiesa esta fe, don de Dios, la única fe capaz de reconocer quién es Jesús. Y sólo basada en esta fe, no en ningún poder de este mundo, la Iglesia podrá vencer las fuerzas del mal y de la muerte.

• Y, además, la respuesta de Jesús a la fe de los discípulos continúa definiendo la identidad-misión de Pedro con el “dar las llaves” (19), signo de transmisión de la autoridad, de dar una responsabilidad (Is 22,22; Ap 1,8; 2,7). Esta responsabilidad, relacionada sobre todo con la tarea de garantizar la práctica del mensaje de Jesús, está orientada a la entrada de toda la humanidad al Reino, cosa que no están haciendo los dirigentes de Israel (Mt 23,13). Y, finalmente, definiendo más la identidad-misión de la Iglesia -lo que aquí dice a Pedro lo dice más adelante a todos los discípulos (Mt 18,18)- con lo de “atar y desatar” (19). Atar y desatar significa, en general, prohibir o permitir, y, en este caso concreto, excluir o admitir a la comunidad.

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