02 enero 2020

Domingo 5 enero: EL DESLUMBRAMIENTO DE LA NAVIDAD

Por Javier Leoz

“La Palabra era vida y la vida era la luz de los hombres”. Pero, las Navidades, con sus luces y sus colores, sus adornos y el afán por consumir puede que, lejos de ser una escalera por la que acceder para ver más y mejor la LUZ se conviertan en un obstáculo para no vivir según esa LUZ DE DIOS. ¿O no es así?

1.- Un niño, cuando llega una casa, lo impregna todo de luminosidad, de optimismo, de ilusión; se prepara una habitación con todo confort para que, el descanso y los cuidados de esa criatura, cuenten con todos los medios necesarios. Pero ¿os imagináis que fuera más importante la cuna que el niño? ¿Más atractivo el traje que lleva que el cuerpo que esconde? Y es que, el Niño de Belén, el Dios Encarnado..¡lo tiene tan difícil para llegar hasta nosotros!


En el tiempo que le tocó nacer, por la incredulidad y la desesperanza (Herodes y el cerrazón de los que esperaban un Dios distinto) su nacimiento no fue noticia. ¿Lo es hoy? ¿En dónde ponemos el acento? ¿En la luz del evangelio o en las luces que parpadean por nuestras calles? ¿Son las luces que nuestros hogares destellan signo de la fe que se vive dentro? ¿Es LUZ, el Niño Dios, en la mesa y en el matrimonio, en la casa y en nuestras relaciones? Malo será que, las navidades, sean jornadas llenas de abetos, de mesas sembradas de turrones, calles ambientadas con música….pero con corazones sin recibir al Señor.

2.- ¡Qué gran reto tenemos en la Iglesia de hoy! ¿Cómo presentar a Jesús a un mundo que piensa que ya vive en la luz? ¿Cómo llevar a Cristo a personas que viven atrincheradas en su pragmatismo, comodidad o en “sólo creo lo que veo”? ¿Cómo acercar a Jesús, pobre y humilde, a una sociedad caprichosa, egoísta y egocéntrica?

“No hay peor ciego que aquel que no quiere ver” (gran filosofía encierra este refrán). Cristianos que, fueron felices siéndolo, pero que ahora son alérgicos a todo lo que suene a cristiano. Cristianos que, bajo el paraguas de una falsa y amplia tolerancia, son capaces de aceptar la irrupción de otras religiones y, en cambio, cruzan sus brazos ante la ridiculización de lo cristiano. ¿Dónde ha quedado la luz cristiana que, en las conciencias y en nuestra sociedad, ha sido fuente de inspiración y, por qué no decirlo, la cimentación sólida de nuestras democracias?

Hoy, como entonces, hay muchas resistencias al reinado de Jesús. En algunos momentos puede que, la Iglesia, no haya estado a la altura; que la deserción de muchos cristianos se deba a la falta de testimonio de aquellos que decimos ser heraldos y palmatorias de la luz del Señor. Pero, también es verdad, que los hirientes fogonazos que desprende el aparato eléctrico de la sociedad no ayudan, ni de cerca ni de lejos, a descubrir y permanecer con los ojos de la fe atentos a la LUZ que Jesús nos trae.

3.- Siempre me ha llamado la atención cómo un circo, cuando acampa en una gran ciudad o en un pequeño pueblo, cambian totalmente su atuendo para lograr una sonrisa de los espectadores.

Dios se ha hecho hombre. Ha mudado , su rostro divino, por la cara humana. ¿Qué ha conseguido con ello? ¿Entretenernos? ¿Hacernos sonreír? ¡No! Nos ha desconcertado. Estamos acostumbrados a que, las cosas, se nos presenten a lo grande, perfectas y bien decoradas.

Dios, con su venida, no pretende ni mucho menos montar un circo; quiere la salvación de las personas (no su entretenimiento); anhela una respuesta gratuita (sin pago previo); desea un reconocimiento, un acto de fe por nuestra parte de su divina humanidad (no un aplauso).

Ojala que seamos capaces de seguir acogiéndolo. Que nada enturbie ni distraiga nuestra mirada. Que nadie anteponga otros personajes al protagonista auténtico de estos días santos y cristianos: Jesús nacido en Belén.

Ojala, que el día en que cerremos los ojos al mundo, podamos decirle al Señor: cuando viniste, Señor, te recibí con un corazón bien dispuesto. Ahora que voy a Ti, Señor, acógeme en tu luz eterna.

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