El Espíritu Santo nos regala el tiempo y la experiencia del Adviento para que lo saboreemos despacio; él llena de esperanza todo tiempo difícil, nos invita a ser peregrinos con la señal de la esperanza en los ojos, amplía nuestra mente y nuestro corazón para percibir los deseos de los pobres, el medio de la creación. Renovemos la atención, el anhelo, la sensibilidad y delicadeza para acoger y ser acogidos en el corazón de Dios. Jesús es nuestra esperanza.
¡Marana Tha! ¡Ven, Señor, Jesús!
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