Señor, si hoy fuera a terminar mi vida,
estoy seguro de que quisiera gastarla como Tú propones:
siendo feliz, contemplando la belleza que me rodea,
saboreando cada mirada, cada alimento, cada momento,
exprimiendo hasta la última gota
del zumo del cariño,
gozando de los amigos y de tantos
que me quieren, admirándome de mi entorno,
de mi casa y de los míos,
agradeciendo todo lo que se me ha regalado día a día,
festejando cada situación positiva y bonita,
diciendo a todos cuánto les quiero y necesito,
evitando toda palabra negativa y de reproche
bailando la música de la vida y del amor,
reconociendo las ayudas recibidas,
valorando a cada uno de mis compañeros,
repartiendo todo lo acumulado,
que haga a alguien feliz, recordando los mil detalles
que la vida me ha regalado, olvidando las quejas y lamentos
por los que perdí vida,
pidiendo perdón por el daño que hice queriendo o sin querer,
entregando caricias, ternuras,
besos y sonrisas, pronunciando tantos «te quieros» como olvidé o evité,
celebrando tu presencia continua, Señor, en mi vida,
la seguridad de que te vas a ocupar
de los míos siempre,
y la tranquilidad de que me estarás Esperando con los brazos abiertos,
para darme el mejor abrazo
que haya recibido nunca jamás,
y que colmará todas mis ansiedades
y deseos,
llenándome de felicidad y plenitud.
estoy seguro de que quisiera gastarla como Tú propones:
siendo feliz, contemplando la belleza que me rodea,
saboreando cada mirada, cada alimento, cada momento,
exprimiendo hasta la última gota
del zumo del cariño,
gozando de los amigos y de tantos
que me quieren, admirándome de mi entorno,
de mi casa y de los míos,
agradeciendo todo lo que se me ha regalado día a día,
festejando cada situación positiva y bonita,
diciendo a todos cuánto les quiero y necesito,
evitando toda palabra negativa y de reproche
bailando la música de la vida y del amor,
reconociendo las ayudas recibidas,
valorando a cada uno de mis compañeros,
repartiendo todo lo acumulado,
que haga a alguien feliz, recordando los mil detalles
que la vida me ha regalado, olvidando las quejas y lamentos
por los que perdí vida,
pidiendo perdón por el daño que hice queriendo o sin querer,
entregando caricias, ternuras,
besos y sonrisas, pronunciando tantos «te quieros» como olvidé o evité,
celebrando tu presencia continua, Señor, en mi vida,
la seguridad de que te vas a ocupar
de los míos siempre,
y la tranquilidad de que me estarás Esperando con los brazos abiertos,
para darme el mejor abrazo
que haya recibido nunca jamás,
y que colmará todas mis ansiedades
y deseos,
llenándome de felicidad y plenitud.
Mari Patxi Ayerra
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario