20 agosto 2019

Domingo 25 de agosto de 2019 / 21º Domingo Ordinario - Ciclo C

El libro de Isaías presenta la vocación misionera del pueblo para anunciar la gloria de Dios a “naciones extranjeras y cosas lejanas” (1a.lectura) Así será posible que “alaben al Señor todas las naciones y lo glorifiquen todos los pueblos” (Salmo).
Los últimos versículos de la Carta a los Hebreos que se lee hoy combina Isaías (35,3) con los Proverbios (4,26) de tal manera que la peregrinación de la fe, rodeada de una muchedumbre de testigos y del ejemplo de Jesús, tenga fuerza y vigor, pero al mismo tiempo, el delicado cuidado de los que marchan con dificultad.(2a.lectura)
El Evangelio advierte sobre el rechazo a los que pretenden entrar al banquete del Reino con el argumento de compartir la mesa y la escucha de la palabra: “hemos comido y bebido contigo y tú enseñaste en nuestras plazas”, pero que no buscaron la entrada por la “puerta estrecha”.
“Con la imagen de la puerta, Jesús  quiere hacer entender a quienes le escuchan que no es cuestión de números, no importa saber cuántos se salvan. Lo importante es que todos sepan cuál es el camino que conduce a la salvación, a la puerta.
Y tal recorrido prevé que se cruce una puerta. ¿Pero dónde está la puerta, quién es la puerta? Jesús mismo es la puerta. Nos los dice Él en el evangelio de San Juan: ‘Yo soy la puerta’. Él nos conduce a la comunión con el Padre, donde encontramos amor, comprensión y protección. ¿Pero por qué esta puerta es angosta?, nos podemos preguntar.
Es una puerta angosta no porque sea opresora, sino porque pide restringir y contener nuestro orgullo y nuestro miedo, para abrirnos con corazón humilde y confiado a Él, reconociéndonos pecadores, necesitados de su perdón. Por esto es estrecha, para contener nuestro orgullo que nos hincha.

¡La puerta de la Misericordia es Dios, es estrecha pero está siempre y enteramente abierta para todos! Dios no tiene preferencias, sino que recibe siempre a todos sin distinciones. Una puerta estrecha para contener nuestro orgullo y nuestro miedo; una puerta amplia porque Dios recibe a todos sin distinción.” (Francisco: Angelus del 21.08.2016)
Por eso, finalmente el  mensaje es optimista: “vendrán muchos a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios”.
Llamar a todos los hombres y trabajar por la unión de los pueblos es la acción misionera que parte del compartir el banquete eucarístico.
BIENVENIDA
Cuando en un barrio o en una ciudad se construye un templo grande o una pequeña capilla se busca tener un lugar donde celebrar la Eucaristía.
Es un símbolo que expresa el proyecto de Dios de reunir bajo el mismo techo, en el mismo banquete, a la gran familia humana.
ANTES DE LAS LECTURAS
Somos convocados y reunidos de todas partes para alabar y bendecir al Señor.
Somos convocados como peregrinos que buscan el Camino, la Verdad y la Vida.

Somos convocados al banquete del Reino de Dios.
Lecturas bíblicas: Isaías 66,18-21; Salmo 116,1-2; Hebreos 12,5-7. 11-13; Lucas 13,22-30
ORACIÓN UNIVERSAL
A cada intención respondemos:Te lo pedimos, Señor de los pueblos
-Por la Iglesia, enviada a invitar a todos los varones y mujeres a sentarse en la mesa del Reino de Dios. Oremos…
-Por los catequistas, que contribuyen  a una tarea que culmina en el banquete eucarístico. Oremos…
-Por los organismos internacionales, a fin de que sus decisiones contribuyan a la justicia, el diálogo y la unidad de todos los pueblos, llamados a participar en el banquete de la vida. Oremos…
-Por nosotros, para podamos un día encontrarnos entre los que vengan de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur y disfrutar de la felicidad insaciable. Oremos…
PRESENTACIÓN DE LOS DONES
El libro de Isaías recuerda que todos los países traerán cono ofrenda al Señor a todos sus hijos e hijas; así como los israelitas presentan sus ofrendas en el Templo de Jerusalén.
Nosotros somos esas ofrendas, ya que presentamos las alegrías y tristezas de nuestra vida junto con el pan y el vino, que serán comida y bebida de salvación.
COMUNIÓN
Hemos escuchado que se nos dijo “Dichosos los invitados a la cena del Señor”. Recibimos la comunión con la firme esperanza que un día escucharemos “Felices los invitados a la mesa en el Reino de Dios”.
Cantamos...
DESPEDIDA
La indicación de la Carta a los Hebreos se convierte en tarea cotidiana: “Fortalezcan las manos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes, caminen por una senda llana”.
Nos despedimos cantando...

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