Escucha: Comienza por escuchar. El cielo emite noche y día.
Escucha bien: No ores para que Dios realice tus planes, sino para que tú interpretes los planes de Dios.
Pide: Pero no olvides que la fuerza de tu debilidad es la oración. Cristo dijo: <Pedid y recibiréis>.
Pide bien: El pedir tiene su técnica. Hazlo atento, humilde, confiado, insistente y unido a Cristo.
De Corazón: ¿No sabes qué decirle a Dios? Háblale de vuestros mutuos intereses. Muchas veces. Y a solas.
Calla: No conviertas tu oración en monólogo: Harías a Dios autor de tus propios pensamientos.
Sé: Cuando ores no seas engreído, ni demasiado humilde. Con Dios no valen trucos. Sé como eres.
Está: ¿Y las distracciones involuntarias? Descuida: Dios y el sol broncean con sólo ponerse delante.
Lee: Si alguna vez piensas que, cuando hablas con Dios, Él no te responde, lee la Biblia.
Vive: No hables nunca de <ratos de oración>: ten «vida de oración»
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